Un estratega sintético
Juanma y Ceberio dan a balón parado la victoria al Talavera en Villarrubia, que sentenció Monroy. Tercer triunfo para los cerámicos, el segundo en césped artificial.
Con lo que ha dado de sí durante años el estado del césped de El Prado y ahora resulta que donde el Talavera se mueve como pez en el agua es sobre hierba artificial. Los de Víctor Cea pusieron su última pica en el Paquito Jiménez y mes y medio después se han reencontrado con el triunfo en el otro feudo de superficie sintética que hay en este subgrupo 5-B, el del Villarrubia. Tres puntos para despedir el año con un buen sabor de boca y comprimir aún más la clasificación.
El Talavera enchufó la primera que tuvo. Como en muchas otras ocasiones, con Góngora como colaborador necesario. Un córner desde la izquierda que Juanma cabeceó libre de marca desde en el área pequeña. Una jugada que Juanma habrá ejecutado unas cuantas veces a las órdenes de Cea en su etapa en el Adarve. Luego llegó el turno de que se lucieran los porteros. Irureta le sacó una a Góngora y Edu Sousa hizo lo propio con Julen Colinas. Pero si para un portero no es ya suficiente con lo que le exigen los rivales, Sousa tuvo que enfrentarse también al juego amigo. Primero reaccionó a tiempo a un intento de despeje de Juanma, pero nada pudo hacer en el gol villarrubiero, un centro de Carlos García que Víctor Ruiz, en su intento de cortar, desvió a su propia portería.
Quedaba media primera parte por delante y el Talavera lo intentó con más ánimo de finalizar jugada que generando verdadero peligro. Las cartas las tenía guardadas para una nueva acción en una segunda jugada a balón parado. El esférico quedó rechazado en el área tras un saque de banda y allí apareció Ceberio para empalar a la red.
El partido se enmarañó y se sumió en una cadena de interrupciones. Consiguió descifrarlo el Villarrubia, pero a Arcas y Dani Homet les debieron de entregar un plano del campo mal dibujado y sus sucesivos remates se marcharon desviados a la derecha de la portería de Edu Sousa. Con el Villarrubia quemando sus naves y el Talavera guardando la ropa, Monroy encendió el turbo por la banda derecha y, sin encontrar oposición en su avance, sentenció el partido.