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ALEMANIA

El terremoto que amenaza con enterrar a los mineros del Schalke

El infierno del conjunto minero amenaza con el descenso de categoría: es colista de la máxima competición alemana con tan solo tres puntos en 10 jornadas.

Actualizado a
El terremoto que amenaza con enterrar a los mineros del Schalke
LEON KUEGELERAFP

Hace tan solo dos años, la realidad en Gelsenkirchen pintaba bien diferente. El histórico Schalke 04, en aquel entonces dirigido por el germano-italiano Domenico Tedesco, se despedía al parón invernal en la Bundesliga habíendose clasificado para los octavos de final de la Champions. Es cierto que, tras caer eliminado de manos de un Manchester City que le endosó un durísimo 7-0 en la vuelta, ya ofrecía síntomas del infierno por el que el conjunto minero está pasando a día de hoy. Es colista de la máxima competición alemana con tan solo tres puntos en 10 jornadas.

La gran suerte de jugadores y cuerpo técnico es que, como consecuencia del coronavirus, los de blanquiazul siguen disputando sus partidos a puerta cerrada, evitando, de esta manera, que su fiel hinchada ponga de manifiesto lo que siente desde el 17 de enero. Precisamente ese día, un viernes hace ya casi un año, fue la última vez que el Schalke logró dar una alegría a su envidiable afición y ganó. Dos tantos de Serdar y Gregoritsch sirvieron para imponerse por 2-0 al Gladbach y sellar la que terminaría siendo su última victoria hasta la fecha. Desde entonces, suma 26 partidos sin vencer, solo el Tasmania de Berlín acumuló más en la 65/66: 31.

Este domingo, el gigante alemán volverá a intentar levantar cabeza en tierras bávaras, donde se medirá a un Augsburgo que milita en undécima posición de la máxima competición alemana. La directiva no dudó a la hora de pedir el apoyo de toda la afición de cara a los tres últimos choques antes del parón frente a Augsburgo, Friburgo y Bielefeld en una carta abierta publicada a través de los medios del club. Pero, en el oeste de Alemania, todos saben que volver a ganar no bastaría para poner punto y final a una crisis que, ni mucho menos, es meramente deportiva.

Llevaba años el Schalke viviendo por encima de sus posibilidades, lo que provocó que rozara la bancarrota cuando tuvo que lidiar con las consecuencias de la Pandemia para el fútbol mundial. Incluso el estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia, avaló a los mineros en quiebra por 30 millones de euros, pero la situación sigue siendo crítica. Se cuenta con un déficit en 2020 que rondará los 50 millones de euros, consecuencia de gastar, año tras año, más de lo que ingresaba un club cuyo único éxito reciente fue la segunda plaza en la Bundesliga en 2018.

La cosa pinta igual o peor en la parcela deportiva, tanto a nivel ejecutivo como sobre el terreno de juego. El director deportivo Reschke, ex del Bayern, fue cesado tras quedar comprobado que su planificación fue un completo desastre. Ocurrió lo mismo con el entrenador Wagner por falta de resultados, eso sí, imcomprensiblemente no al término de la temporada pasada, sino después de la segunda jornada del curso actual, lo que dificultaba considerablemente reconducir el barco ya que la plantilla estaba hecha a su medida y no a la de su sucesor, Baum. El ex del Augsburgo fue el que tuvo la valentía de aceptar el reto y comerse el marrón de una planta noble que, desde el paso atrás del mítico presidente Tönnies (en parte por declaraciones racistas) no levanta cabeza.

Dentro del vestuario, más de lo mismo. La mayoría en Alemania considera que el plantel minero está formado por una serie de jugadores desgastados como es el caso, por ejemplo, de Ibisevic, cuyo contrato, incluso, será rescindido a finales de diciembre. El Schalke carece de futbolistas que se identifiquen con una entidad con tanta tradición y, a la vez, le sobran jugadores conflictivos como Harit o Bentaleb, ambos suspendidos y aparcados en el filial. Sin embargo, el ex madridista Mascarell no se rinde: "Creo en este equipo", dijo antes de viajar a Augsburgo el domingo. La afición, no. Se temen lo peor: el primer descenso desde 1988, la quiebra definitiva y, por ende, el final del club de sus amores.