La fe salva al Madrid
El equipo de Zidane empata con un gol de Benzema en el 87' y otro de Casemiro en el 93'. Acabó con Ramos y Varane como delanteros centro. Volvió Hazard e hizo doblete Thuram.
Dos equipos del montón, Shatkhtar y Borussia, han puesto al Madrid al borde del desastre. A un Madrid que viene de derrumbarse dos veces en octavos, que es el escalón inmediatamente superior a la debacle. La sensación y los resultados dan a entender que Europa, la Europa que siempre fue suya, le viene grande. Esta vez ni siquiera se acercó al horror del debut. Jugó medio bien en la primera parte y regular tirando a mal en la segunda para salvar un punto con un gol en el 87' y otro en el 93' y Ramos y Varane como arietes. La carga de la desesperación. Ahora, para ponerse al día, tendrá que ganarle los dos partidos al Inter, con el que presuntamente iba a jugarse el liderato y ahora se jugará la vida.
Hubo un tiempo, lejano y no tanto (recuerden a Wolfsburgo y Dortmund en esta misma década), en que el Madrid iba de tunda en tunda por Alemania. Unas tenían remedio en el Bernabéu, patrón de los imposibles y ogro colectivo, y otras no. Aquellos equipos rugían. De esa especie sólo queda hoy el Bayern, eterno feroz, pero los equipos de la Bundesliga andan sueltos en Europa y conviene tomarlos en serio. Incluido este Borussia, que hace cuarenta años era el gran depredador de Europa. Un equipo temible si se toma por el lado de la arqueología. Un equipo bueno, sin más, si se le mira con los ojos de hoy, que es más de esperar que de avasallar. Le bastó para asustar a un Madrid que pena por el continente sin goleadores desde que le abandonó, 100 millones mediante, Cristiano.
Los del Camp Nou más Lucas Vázquez
El partido dejó claro que Zidane tiene un once para los partidos de gran solemnidad. Los que empezaron en el Camp Nou también lo hicieron en el Borussia Park con el cambio obligado de Nacho. Y jugó Lucas Vázquez, decisión que orilla aún más a Militao, tercer plato en el centro y en la banda. Y repitió con Asensio y Vinicius. El brasileño estuvo mal en Barcelona. Antes, partidos así se resolvían con juicios rápidos y suplencias inmediatas. Ahora no hay nada mejor en la plantilla salvo que Hazard y su tobillo digan lo contrario.
El duelo tuvo un arranque calcado al del Camp Nou. Posesiones largas del Madrid, que exigían retrasar a Kroos, un instrumento imprescindible para desactivar la primera presión del rival, y cadenas interminables de pases para disuadir al Borussia del juego al espacio. Ahí, con jugadores de mucha fibra, está su fuerte. En las salidas europeas importa que apenas pase nada al principio, más ante un adversario de estilo directo, sin muchas ganas de conversación en el centro del campo.
El Madrid, que salió horrorizado del duelo ante el Shakhtar, amaneció en el partido además con el empate del Inter ante los ucranianos. Es decir, con la sensación de no haber roto nada más allá de su imagen.
Dominio sin gol
Poco a poco fue tirando del carrete. Primero presionando tan arriba que obligó a Sommer a maniobrar con el regate, que es meterse entre los pitones. Ya la lio parda en una de esas en el reciente España-Suiza. Y luego buscando el gol al trantrán, un ritmo que en el gran fútbol no cuela. Sólo así se entienden tantas victorias al sprint y tan pocas tras escapada.
Primero fue un remate sobre la marcha de Benzema, tras control con el pecho. Luego, un intento de Vinicius, que se quedó a medias, y un tiro lejando de Kroos al que llegó bien Sommer. Nada verdaderamente aterrador para el meta suizo.
También quedaron detalles de Asensio y del jugador que quiere ser, aunque vaya con cierto retraso sobre el éxito previsto. Pero, de pronto, sin preaviso, llegó el primer percance: un error de Kroos, un mal despeje de Varane con el equipo desarropado, un pase cruzado de Plea y un remate imparable de Thuram, que asomó a la espalda de Lucas Vázquez. Era el primer disparo del Borussia y una ración enriquecida de ansiedad para el Madrid, obligado a la penitencia sin pecar.
Comenzó así la cuenta de protección. Después un remate de Asensio salvado por Sommer, el Madrid perdió la pelota y las buenas intenciones en su presión. Se sabe desvalido en ataque y acusa cualquier contratiempo, más si se ve exigido por la clasificación, como es el caso. Y se fue al descanso con la soga al cuello.
La defensa pasa al ataque
A la vuelta mandó Asensio una volea al larguero y cuando empezaba a calentar Hazard, se abrió el abismo, en un mal rechace de Courtois a tiro de Plea aprovechado otra vez por Thuram. El fútbol premiaba la paciencia del Borussia, que no su fútbol, terriblemente escueto. Esta vez el Madrid sí se durmió en la lona. Había disparado 16 veces y se veía superado por el Borussia y por una situación angustiosa. Presa del pánico pudo encajar el tercero, pero Courtois pagó su deuda sacándole un mano a mano a Plea, pero el partido ya no volvió a él.
El reloj y la confianza se movieron en favor del Borussia. La desesperación y las prisas soplaron contra el Madrid. Y el auxilio de Hazard resultó inexistente. Le regaló medio gol Benzema y con la izquierda lo mandó al lateral de la red. Mientras aquello sucedía, Jovic ni se movió del banquillo. Hay demasiado jugadores nominales en la plantilla. Así que el Madrid lo intentó a la tremenda, con Ramos y Varane como arietes y Casemiro de mayordomo. Y le salió. El brasileño le sirvió de cabeza el 1-2 a Benzema y repitió la jugada, ya en el descuentro, Ramos con el propio Casemiro para llegar a un empate imposible. Eso también lo tiene el Madrid: la fe cuando ya no queda otra cosa.