Clásicos y noveles
Barça y Real Madrid llegan al Clásico dependiendo más que nunca de los líderes, Messi y Ramos, y también de la chiquillería: Ansu Fati y Vinicius. ¿Experiencia o frescura?
El clima social y político se polariza en extremos y el Clásico también, a su manera. Barcelona y Real Madrid sólo parecen atender a los cuidados intensivos de los de siempre, Messi y Piqué de un lado, Ramos y Benzema del otro, y a golpe de electroshocks, con Ansu Fati y Vinicius como descargas para devolver vida a dos equipos cargados de apatías. Clásicos y noveles.
De Messi y Ramos, poco se puede añadir. Que el primero desatascó el estreno en Champions azulgrana y que sin el segundo, el camero, el Madrid hizo más aguas que el Titanic frente al Shakhtar. Tan clásicos como el Clásico. El argentino, 26 goles al Madrid; Ramos superará a una institución, Gento, en duelos contra el gran rival, con 43 Clásicos. En esta categoría también se mueven dos con muchas guerras a cuestas aunque sin tanto peso deportivo ahora mismo, Piqué (37 Clásicos) y Benzema... y Modric. El croata (35 años) avisaba tras el estropicio en Champions. "Contra el Shakhtar no estuvismo a la altura, pero el Clásico siempre es diferente y estaremos al nivel del partido", asegura.
Otra cosas son los jóvenes. Con la clase media sin asomar la cabeza (), la chiquillería sí reclama una gran porción de protagonismo. Muchos ojos miran al 22 culé. "Ansu Fati es el heredero de Ansu Fati", decía hace poco Luis Enrique para poner en valor a la nueva sensación española. La radiografía de su eclosión impresiona y su golazo al Ferencvaros, también. Pero mientras agarra el trono, el báculo es de Messi.
Ansu está entre los finalistas del Golden Boy, como Vinicius. Vini ahí sigue, peleándose contra el gol (cada vez menos) y contra la desconfianza de su entrenador, pero es indiscutible que el Madrid es otro con él. Ante el Shakhtar y en una noche de perros, Modric pavimentó la posible reacción blanca pero fue el brasileño el que realmente entendió cómo son las remontadas europeas del Madrid. Salió, se comió al equipo ucranio en la presión y lo culminó con el gol: todo en 12 segundos de cronómetro. Aunque Zidane siga acudiendo al disciplinado Rodrygo y alentando la rectitud táctica de Vinicius, es éste último el que inyecta su descontrol al Madrid más amuermado ante la portería rival. Es el pichichi madridista y son tres goles en sus últimos cuatro partidos, dos de ellos (Valladolid y Levante) indispensables para sacar a su equipo del atolladero. La portería cada vez se le aparece más grande: la temporada pasada necesitó siete remates por gol (36 chuts, cinco dianas) y ahora con tres le vale (nueve disparos, tres tantos). Vinicius ha dejado de ser carne de meme.
Koeman parece menos indeciso con sus jóvenes más jóvenes. Se fía de Ansu y de Pedri, que no tienen ni la mayoría de edad. Ansu tiene feeling perpetuo con Messi y el canario se aprovecha del flojo momento de De Jong, incluso marcó en el 5-1 al Ferencvaros antes de salir del Camp Nou con la bolsa del súper como bolsa de aseo para montarse en un taxi. Tal cual. Mientras parece encaminarse a un futuro tan fructífero como el de su tocayo Pedro, ahora en el Roma, en el que por cierto se inspiraba cuando era un crío en Tenerife. "Cuando comparta vestuario con Messi me va a dar algo", admitía el año pasado, ya fichado pero cedido en Las Palmas. Ahora tendrá que controlarse de nuevo las pulsaciones, le toca su primer Clásico.
Lo de ayer y de hoy, lo de hoy y también del mañana, el primer Clásico del Covid se mueve en polos, entre la veteranía absoluta y la inocencia de la juventud. O una mezcla de ambos.