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MIGRANTES DEL BALÓN

Sergi, un Escobar en Cali

El almassorense, que logró el histórico ascenso del Castellón a Segunda B en 2018, ejerce como segundo en América de Cali, uno de los clubes más grandes de Colombia.

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Sergi, un Escobar en Cali
Sergi EscobarTwitter

En 1989, Atlético Nacional se convirtió en el primer club colombiano en conquistar una Copa Libertadores. Un campeonato envuelto en polémica, ya que si bien no hay pruebas de que el torneo fuera amañado, diversas fuentes confirman que tanto Olimpia, rival de los verdolagas en la final, como el equipo arbitrar fueron amenazados por el Cártel de Medellín, organización liderada por Pablo Escobar. Sergi Escobar (Almassora, 1975) nada tiene que ver con Pablo, que utilizó el fútbol de Medellín para lavar el dinero obtenido del tráfico de drogas, pero no deja de ser curioso que, 30 años después de aquella discutida Copa Libertadores, el español haya acabado defendiendo los colores de América de Cali, con quien Atlético Nacional mantiene una fuerte rivalidad desde la década de los 80. "Pensaba que mi apellido influiría más en la vida cotidiana, pero lo llevo con normalidad porque aquí hay muchos 'Escobares'. Donde me genera problemas es en los aeropuertos. Siempre me registran", detalla Sergi, asistente del argentino Juan Cruz, tras vivir su primer Clásico en Medellín.

El primer partido entre Atlético Nacional y América de Cali data de 1948, pero no fue hasta la década de los 80 cuando, debido a sus continuos enfrentamientos en torneos internacionales, la rivalidad comenzó a alcanzar tintes de Clásico. Un Clásico que Sergi Escobar vivió por primera vez el pasado fin de semana, cuando América visitó Medellín y, contra todo pronóstico, consiguió acabar con 11 años en los que el Atanasio Girardot se había convertido en un bastión inexpugnable. "Nos fuimos con un sabor agridulce porque ganábamos 0-2 en el 80' y derrotar a Atlético Nacional es muy importante para toda la hinchada de América, pero si antes del partido nos dicen que íbamos a empatar lo habríamos considerado un gran resultado. Hacía más una década que no nos llevábamos nada positivo del campo de Nacional", determina Escobar, quien echó en falta el público en las gradas: "Era uno de esos días en los que el campo se llena hasta arriba, pero jugamos a puerta cerrada. Solo podemos entrar las plantillas y la televisión".

"Hace unos días nació mi segundo hijo y no pude estar allí para verlo. Es un sacrificio que estoy haciendo para seguir ligado al fútbol"

Sergi Escobar, asistente en América de Cali

Tras ascender al Castellón a Segunda División B y no poder disfrutar de la categoría, Sergi Escobar anhelaba una experiencia como la que está disfrutando en Colombia. A través de Álvaro Rius, actual director deportivo de América y, como Escobar, ex del Castellón, Sergi conoció a Juan Cruz, quien le llamó a filas cuando fue elegido para ocupar el banquillo de los diablos rojos. "Si no hubiera ocurrido la pandemia no habríamos venido porque el club viene de quedar campeón de liga con Alexandre Guimaraes. Pero la falta de ingresos les obligó a reducir el presupuesto y aprovechamos la oportunidad. Estamos hablando de Colombia, una de las grandes potencias futbolísticas de América", detalla Escobar, quien espera alargar su aventura "para poder disfrutar del público en las gradas". "La afición de América es tremenda. En todas las ciudades de Colombia hay aficionados esperándonos".

A falta de cinco jornadas para la finalización del Apertura, América de Cali es quinto y, salvo hecatombe, disputará el cuadrangular previo al 'play-off' por el título. El equipo de Sergi Escobar enlaza seis partidos sin perder y el próximo jueves visitará Porto Alegre para enfrentarse a Gremio en la Copa Libertadores. "Caímos en el grupo de la muerte, con dos equipos brasileños cuyo presupuesto es 10 veces mayor que el nuestro y Unión Católica, el campeón chileno. Teníamos ilusión por pasar, pero vamos a luchar por quedar terceros para caer a la Copa Sudamericana, que también es una competición muy bonita". Sergi Escobar está "feliz", pero echa en falta una familia de la que le separan casi 9.000 kilómetros: "Hace unos días nació mi segundo hijo y no pude estar allí para verlo. Fue duro dejar en España a mi mujer y a mi otro niño, que tiene siete años. Es un sacrificio que estoy haciendo para seguir ligado al fútbol. A veces hay que salir fuera para que se te valore más en casa".