Stuart ‘Psycho’ Pearce: “Jugué con odio y con rabia”
El exdefensa internacional, apodado así por su juego violento, reconoce que utilizó su mala fama y las críticas para intimidar a los rivales y jugar con su selección.
“No sé si ahora me apodarían psicópata, pero desde luego tampoco andaría de puntillas”, piensa Stuart Pearce en voz alta durante la entrevista concedida al Daily Mail cuando se le pregunta por el poco vigor con el que ahora se emplean los defensas, según el entrevistador, hacia los delanteros. Como si hubiera miedo de tocarlos. Para Pearce un defensa que se ganó su apodo de Psycho, primero por sus propios hinchas del Nottingham Forest y después por toda Inglaterra, no hay dudas, ahora lo pasaría mal. El exlateral internacional reconoce que jugó con odio y rabia, que los canalizaba en el campo para intimidar al rival. Esa fama le permitió ganarse un sitio. Eso y sus muecas gesticulantes.
“El otro día leí algo así en el periódico, si motiva más el amor o el odio cuando sales a jugar. Interesante pregunta. Si fuera yo, me inclinaría por el odio”, afirma Pearce de 58 años, con casi 80 partidos internacionales con Inglaterra a las espaldas, fiel escudero de Gareth Soutghate, a quien defiende como seleccionador a capa y espada. Pearce afirma que el juego en los 80 y los 90 era otra cosa, casi como una pelea de bar. “Tenías que luchar por tu esquina, si no te ibas a casa”, reconoce sin ambages. Pearce admite abiertamente haber usado su reputación violenta para intimidar a los jugadores en su carrera. “Quizá hoy mi apodo no hubiera sido psicópata, tal vez, pero desde luego tampoco hubiera sido un tipo que anduviera de puntillas”, se sincera. Sobre su reputación de violento y ‘trastornado’, Pearse se jacta de su apodo de tipo duro y reconoce que la utilizó, pero con control. "Siempre tuve el control, lo peor que puedes hacer es perderlo cuando cruzas la línea del campo. Mis emociones externas no reflejaban lo que sentía por dentro. Así fue como me retraté yo mismo ante los rivales. Fue solamente para facilitarme el trabajo”, explica orgulloso.
Su discurso se ampara en el cambio del fútbol, en cuanto a reglas, seguimiento y gestión. Ahora se centra en defender a su amigo Gareth Southgate, rememorando sus tiempos juntos en la selección. Fue precisamente vistiendo la camiseta de los leones cuando Pearse más canalizó su rabia. “Jugué con odio por Inglaterra, con resentimiento y rabia”, detalla debido a la utilización que hacía de las furibundas críticas que recibía Inglaterra a finales de los 80 y durante los noventa. En el Mundial del 90, Inglaterra se quedó fuera de la final en la tanda de penaltis porque Ilgner se lo paró a Pearce. Seis años después, el lateral zurdo repitió contra España en la Euro, en cuartos de final, y entonces su gol y posterior celebración se convirtieron en icónicas, llenas de rabia. Pero Inglaterra volvió a quedar fuera por penaltis de la final, Southgate falló y Pearce fue el primero en ir a consolarle. Críticas y más críticas.
"Está bien, ¿qué tengo que perder? De todos modos estás frente a un pelotón de fusilamiento, así que no hay ninguna diferencia; también podrías salir peleando. En la Copa del Mundo de 1990 y en la Euro 96, llegamos a un momento en el que nos cansamos tanto de las críticas, pensamos: ‘Joder, ¿qué es lo peor que nos puede pasar ahora? Ya nos han echado un vistazo, sabemos que no te gustamos y crees que somos una mierda, así que tendremos que mostrártelo‘. Y en ambos torneos lo mostramos”, sentencia. Pearce cree que era un manera de quitarse la presión, canalizarlo hacia el odio y salir más motivado al campo.
“En el otro extremo está lo que lo que hizo Southgate con la selección de Inglaterra y los medios antes del Mundial de 2018, construyes el amor. Sus jugadores sintieron que se les quitaba la presión. En ambos extremos se elimina la presión. Los jugadores en 2018 sintieron que los medios de comunicación y, lo que es más importante, la multitud y los aficionados desde casa estaban con ellos”, subraya un Pearce que ahora es ayudante de David Moyes en el West Ham.