"Cuando llegamos al Ferencváros era irreal pensar en Europa"
Tras superar cuatro rondas previas, el Fradi volverá a la Champions League y lo hará con dos españoles en su cuerpo técnico: Albert Bosch y Unai Melgosa.
Perdió la hegemonía del fútbol en Hungría, atravesó una crisis financiera e incluso bajó a Segunda. Desde su última participación en la fase de grupos de la Champions League, en la temporada 1995/96, el Ferencváros ha sufrido lo impropio de un gigante. 25 años sin saborear la máxima competición continental es demasiado. Por ello Budapest amaneció hoy más radiante que nunca. Tras superar cuatro rondas previas, el Fradi volverá a la máxima competición continental. Y lo hará con dos españoles en su cuerpo técnico: Albert Bosch y Unai Melgosa. "Hemos derrotado al campeón de Suecia, el Djurgarden; al campeón escocés, el Celtic; al de Croacia, el Dinamo Zagreb, y al de Noruega, el Molde. Todo el mundo está eufórico. A mi me ha costado conciliar el sueño", detalla Bosch, quien llegó a las águilas verdes en 2018 de la mano de Sergiy Rebrov, a quien, como Melgosa, conoció durante su paso por el Dinamo Kiev.
La última entidad húngara que consiguió codearse con los mejores de Europa fue el Debrecen. Y de eso ha pasado ya más de una década. "Cuando llegamos al Ferencváros era irreal pensar en Europa. El club tan solo había ganado dos de las últimas quince ligas y lo primero que había que hacer era reconquistar el campeonato doméstico. Lo hicimos y, aunque pensábamos que no estábamos preparados, el año pasado ya estuvimos cerca de entrar en Champions. Este año hemos hecho una fase de clasificación espectacular. Los jugadores han dado el 150% de su capacidad y hemos cumplido el sueño de entrar en la Liga de Campeones. Todo el mundo lo deseaba, pero nadie lo esperaba. No lograrlo no habría supuesto una decepción", confiesa Albert Bosch.
"Para Hungría, tener a un club de nuevo en Champions es súper importante", añade el catalán, quien confiesa haber sufrido durante la eliminatoria final ante el Molde: "Los dos partidos estuvieron muy igualados, pero si acabamos ganando es porque hicimos algo más que el rival". Tras la clasificación, que se produjo sin el calor del público y gracias a los tres goles que el Fradi logró en Noruega, jugadores y cuerpo técnico salieron a festejar la victoria a los aledaños del estadio, donde una pantalla gigante aglutinó a los miles de aficionados que no pudieron entrar al Groupama Arena: "Durante el partido ya se les escuchaba animar. Cuando salimos fue increíble. Después de estar con ellos los jugadores siguieron celebrándolo en un palco. Los entrenadores nos fuimos pronto a casa".
En el once del Ferencváros que se impuso al Molde había cuatro húngaros, dos ucranianos, un esloveno, un alemán, un noruego, un brasileño y un albano. "Parecemos la ONU", bromea Albert Bosch, quien espera que todos sus futbolistas se revaloricen durante la fase de grupos de la Champions League. El español cree que "cualquiera querrá jugar contra el Ferencváros" y no tiene ninguna preferencia para el sorteo, aunque sí le gustaría viajar a Barcelona "porque así al menos puedo ver a la familia". Y aunque probablemente esté viviendo el día más importante de su aún corta trayectoria en los banquillos, Bosch todavía tiene tiempo para acordarse de su nuevo "máximo rival": "Espero que el MOL Fehervar logre un puesto en la fase de grupos de la Europa League. Sería positivo para el fútbol húngaro". Eso aún está en el aire; lo seguro es que el himno de la Champions volverá a sonar en Budapest.