La mili en Oviedo de Velamazán
El ex perico jugó una temporada con Lillo de entrenador en el club asturiano y protagonizó el último partido oficial del Espanyol en el Tartiere.
La primera vez que asomó Toni Velamazán en el fútbol profesional fue en el Benito Villamarín, con apenas 18 años y la camiseta del Barcelona. Marcó en un 1-5 histórico que bautizó a la famosa Quinta del Mini, encabezado por otro futbolista que cambió el azulgrana por el blanquiazul, como Iván de la Peña. También sucedió lo mismo con Roger García. Todos ellos no acabaron de triunfar en la decadencia 'cruyffista' y en los nuevos aires que llegaron en el ocaso presidencial de Josep Lluís Nuñez.
En el curso 1996-97, Velamazán se marchó a Oviedo. "Era un equipo veterano, con jugadores como Berto, O’Nopko u Oli. El que más me sorprendió fue Dubovski, que en paz descanse. Tenía mucha calidad", rememora el ahora encargado de la captación de las categorías inferiores del Espanyol. "Yo empecé la mili en el Barcelona, pero la terminé en Oviedo, como Maqueda, Mora o Christiansen. Todos teníamos que ir de 8:00 a 10:00 al cuartel, y después del entrenamiento hasta las 15:00. Incluso me perdí algunos partidos porque me tocó hacer guardia", explica. Han pasado 'solo' 25 años.
Lo que más le marcó a Velamazán, que destaca que la ciudad "solo vivía para ir al estadio el fin de semana", fue el encuentro con Juan Manuel Lillo, por aquel entonces un joven revolucionario. "Hacíamos cosas diferentes. Yo venía de la escuela del Barcelona, donde todo se centraba en rondos, posesiones y partidos. Con Lillo hicimos partidos sin balón, trabajábamos mucho el físico. Recuerdo una ocasión que subimos tres veces corriendo el Monte Naranco, y lloviendo…".
Pero especialmente recuerda un ejercicio. "Hizo dos equipos. Unos con peto y otros sin peto. Dijo que durante un minuto nos miráramos. Y entonces quitó los petos y empezó el partido. Dos equipos vestidos igual. Tenías que acordarte con quien ibas y estar muy concentrado", relata. "El ambiente en el estadio era muy bonito. Siempre estaba lleno, hacía mucho ruido y los rivales nos respetaban", concreta.
Luego, después de esa experiencia y de pasar por otros equipos como Extremadura o Albacete, Velamazán inicia su etapa más fructífera en el fútbol, en el Espanyol. Y, curiosamente, jugó el último partido oficial en el Tartiere del equipo perico. "Recuerdo que marcaron Sergio y Tamudo… No mucho más". En efecto, el encuentro, jugado en 2001, acabó 2-2. Desde entonces, ambas entidades no se han vuelto a medir oficialmente. Han transcurrido ya casi 20 años, toda una vida para Velamazán, que siempre recordará Oviedo como una "gran experiencia".