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BARCELONA

Messi se queda sin su guardia de corps

El adiós de Suárez y Arturo Vidal deja al argentino sin sus dos grandes aliados en el vestuario. El vestuario de Barça se 'reorganiza'.

Vidal, Messi y Luis Suárez.
Vidal, Messi y Luis Suárez.OLI SCARFFAFP

El adiós de Arturo Vidal y, sobre todo, de Luis Suárez, significa el fin de la guardia de corps de Lionel Messi en el vestuario del Barça. El argentino ha construido una profunda amistad con el uruguayo durante seis años en Barcelona. Vecinos en Castelldefels, las dos familias se han hecho íntimas casi desde el inicio y han convivido durante estos seis cursos, tanto en periodo de temporada como de vacaciones. Mientras la comidilla en muchos rincones de Barcelona durante meses en 2014 fue que Messi había pedido el fichaje del Kun Agüero, otro de sus grandes amigos, el de Rosario conectó desde el principio con Suárez, que venía de su episodio con Chiellini en el Mundial de Brasil. Pronto al grupo se unió Neymar. 'The Three Amigos', como les bautizaron los tabloides ingleses, fueron inseparables tres temporadas, hasta que el brasileño partió rumbo a París. No es extraño ver a Neymar de vuelta a Barcelona para visitarles de vez en cuando. Al principio era tan exagerado que se le veía en la Ciutat Esportiva con una frecuencia casi inaudita admitiendo que había denunciado al Barça antes de irse.

Desde su llegada en 2018, y especialmente en el último año, Arturo Vidal también se había convertido en un fuerte apoyo para Messi, con el que había mantenido grandes batallas en dos finales de Copa América. El chileno, sin embargo, entró en el grupo del argentino, que no siendo muy de despedidas, tuvo una especialmente sentida con Vidal, como se espera sea la de Luis Suárez cuando se haga oficial su salida. Frente a la debilidad de espíritu de algunos miembros del vestuario, a Messi le gustaba la frescura, la vitalidad y el espíritu positivo del ya jugador del Inter, un ganador toda su carrera.

Andan reorganizándose los grupos en el vestuario del Barça. Numerosas voces de la directiva consideraban que el poder de jugadores como Suárez era excesivo y que esos vicios sólo podían cortarse ya sacándolo del club. Junto a Messi, eran quienes llevaban la voz cantante de la caseta. Y eso empezó a generar recelos. En el último curso, las grietas se habían hecho más grandes dentro del vestuario, dividido en grupos, y Bartomeu, rechazado por norma general en el vestuario, entendía que era el momento de airearlo. La reconstrucción coge por medio a Messi, que mantiene buena relación con otros jugadores como Jordi Alba, Busquets o el mismo Piqué, pero cuyo íntimo es Suárez. Otro personaje toma peso estos días. Es Pepe Costa. Pese a que su cargo oficial es Team Manager, en realidad hace casi de guardaespaldas de Messi. Es inseparable. Tanto que en Lisboa, después del 2-8, se le vio subir a un autobús donde ni siquiera los técnicos, Setién y sus ayudantes, se subieron. Seguramente, Pepe Costa sea la única persona del vestuario que sepa qué piensa Messi en cada momento. También cuando estaba a punto de salir del Barça.

A Piqué, además, se le ha visto muy cerca de los canteranos en esta pretemporada, como si quisiera asumir una condición de más capitanía. Durante años, Piqué no fue votado por sus compañeros en la elección de capitán. Ciertos resbalones le penalizaban. Ese comportamiento ha cambiado en los últimos tiempos y da la sensación de que el central de la Bonanova ha ganado respeto y, sobre todo, quiere tomarse la temporada con seriedad. Así se lo ha pedido Koeman, que necesita cómplices que cosan y consiga que los grupos formados vuelvan a remar en la misma dirección en el terreno de juego. Ahí también cuenta con la figura de Larsson, que conoce la casa y compartió vestuario con Messi. El comportamiento del argentino en el vestuario durante su último año de contrato es una de las grandes incógnitas. Porque mientras este sea el Barça de Messi, sólo si él empuja el carro se va a subir el resto.