Koeman sí toma decisiones
En su primer mes, el holandés ha cambiado el sistema y ciertos hábitos de trabajo; ha estado firme con Suárez y sincero con Riqui. Y mantiene la distancia entrenador-jugador con Messi.
Koeman no ha llegado a ser un mueble en el Barça. "Si no tomo decisiones, no duraré ni un mes", contó el diario La Vanguardia que dijo nada más llegar a la Ciudad Condal a mediados de agosto. Este sábado, por cierto, cumplió ese primer mes. Y aunque quien quiera sacarle punta podrá porque el Barça va a empear LaLiga con un once que todavía tiene bastante parecido al del histórico ridículo de Lisboa, el holandés le está poniendo, a pasitos, su huella al equipo. Si eso va a ser suficiente para la regeneración, eso no lo puede saber nadie. Pero está en ello.
La principal decisión de Koeman, de momento, ha sido cambiar de sistema. Su Barça, de momento, jugará con un 4-2-3-1. El holandés, que ha dividido las cuatro semanas de pretemporada en dos de de trabajo físico y dos de lecciones tácticas, tiene una semana más para perfeccionar su dibujo y su idea. "Puede que sea algo más defensivo a lo que la gente está acostumbrado a ver aquí", admitió en el primer amistoso ante el Nàstic. Pero Koeman cree que el Barça necesita protegerse con los dos mediocentros, además de intentar hacer brillar a De Jong, que en el Ajax destacó con ese sistema. De momento, tiene que corregir la presión alta (ante el Elche, los mediocentros no se coordinaron bien con la defensa y hubo espacio entre líneas) y conseguir que los movimientos y la conexión entre los cuatro de arriba sea más armónica
En sus primeras semanas, Koeman también se ha preocupado también de devolver cierta cultura del esfuerzo a un equipo que había adquirido unos hábitos cuando menos discutibles en las últimas temporadas. Los entrenamientos de menos de una hora, la desobediciencia a las directrices de los entrenadores y el desgobierno habían llegado al punto de ignorar un entrenamiento de activación de Setién en un hotel de concentración. La autogestión de éxito, aquella frase de Conte en la que admiraba que jugadores que iban a recoger a sus hijos por la tarde al colegio llegasen luego y se pusiesen a jugar y ganar un partido de Champions, había virado de manera diabólica en desinterés y desgana. Koeman obliga a los jugadores a llegar una hora antes a los entrenamientos, ha aumentado la duración de los mismos e intenta, con sus colaboradores, devolver al Barça a un estado digno de equipo de élite para que no se convierta en un trapo en partidos grandes de Liga y Champions. Para conseguirlo, y por decisión del club, se ha cambiado a la mayoría de preparadores físicos, fisios e incluso doctores, entregados en los últimos tiempos a los caprichos de los jugadores.
Koeman tampoco es amigo de darle vueltas y adornar el mensaje a los futbolistas. A Suárez tardó un minuto en decirle que no contaba con él y pese a que el uruguayo se mantiene en el vestuario y amenaza con quedarse y reventarle la paz de la caseta, el héroe de Wembley no se arruga y lo deja en la grada de los amistosos. No elude el problema sino que lo enfrenta. Con Riqui Puig ha pasado igual. Era consciente de que podía tener pocos minutos y que su poca participación haría ruido en los medios de comunicación por la condición de ojito derecho de la cantera. Así que, después de pensarlo, y con quince días aún para que encuentre un club, le ha dicho que jugará poco y le ha recomendado la cesión.
Y, finalmente, el caso Messi. Directo en sus mensajes desde el primer día, Koeman intenta que cuaje una relación de respeto con su estrella, pero en ningún caso de pleitesía o sometimiento. Cree que el último ejemplo de Setién, que se entregó al argentino y terminó ninguneado, no puede repetirse. Lógicamente, no tiene al argentino por un futbolista más, pero considera innegociable que respete ciertos códigos porque si no, quien no tendrá el respeto del vestuario será él. Koeman tiene claro que, en el césped, intentará darle de nuevo las mejores condiciones para que decida partidos, porque nadie lo hace como él, pero sabe que el vestuario espera nuevas cosas de él. El fin de los tratos de favor y sobre todo el regreso de la igualdad y la meritocracia. Koeman es consciente de que uno de los valores que tiene ganados en el Camp Nou por serhéroe de Wembley es su condición de personaje respetado, con una ascendencia ganada en sus años de futbolista. Si se ablanda, perderá su credibilidad. De momento, ya ha llegado al primer mes.