La maldición del Sevilla en la Supercopa de Europa
Los de Nervión han sufrido todo tipo de avatares en sus últimas participaciones en el torneo. Ganaron la primera final y perdieron las últimas cuatro.
El Sevilla se enfrenta esta noche a su particular maldición en la Supercopa de Europa, un trofeo en el que le ha pasado prácticamente de todo y pocas cosas buenas. Tras un debut fulgurante en 2006, cuando sorprendió al mundo doblegando al gran Barcelona de Rijkaard en Mónaco con un contundente 0-3, sus otras cuatro participaciones se cuentan por derrotas, pero todas ellas en circunstancias nada comunes.
Siguiendo por orden cronológico, el Sevilla volvió a disputar la Supercopa de Europa en el verano de 2007. Pero aquel partido estuvo marcado, irremediablemente, por el fallecimiento de Antonio Puerta. Pese a que el Milán, su rival en aquella edición, se ofreció a aplazar el partido, la UEFA no accedió y el encuentro acabó con victoria para los italianos por 1-3. Todos los goles fueron dedicados al canterano recién fallecido pero el fútbol fue lo de menos aquella noche.
No volvió el Sevilla a disputar la Supercopa hasta 2014, cuando le tocó enfrentarse al Real Madrid en Cardiff. Y aunque nada es comparable con el fallecimiento de un futbolista, también hubo un hecho que marcó aquel encuentro. Y es que horas antes del pitido inicial, el Sevilla cerró la venta de Alberto Moreno al Liverpool. El lateral zurdo había cuajado una temporada espectacular hasta el punto de convertirse en internacional, pero se quedó en la grada para evitar cualquier incidencia que pudiera mandar al traste su venta y el Sevilla acabó perdiendo de nuevo.
Mucho más rocambolesco fue lo que sucedió un año después. Si el hecho de que la UEFA decidiera llevarse la competición a Tbilisi, capital de Georgia, ya fue llamativo, que el Sevilla tuviera que enfrentarse al Barcelona con varios jugadores de su plantilla padeciendo un brote de salmonelosis ya fue el colmo. La colonia francesa del vestuario celebró en los días previos un almuerzo del que salieron todos enfermos. Kolodziejczak y Nzonzi no pudieron jugar un partido al que sí llegó a tiempo Rami, aunque muy lastrado. La guinda fue que tras igualar un 4-1, el Sevilla acabó perdiendo 5-4 por un gol de Pedro en el último minuto de la prórroga.
El broche a todos estos avatares se pone en 2016, en la última aparición del Sevilla en la Supercopa. Disputada en la localidad noruega de Trondheim y de nuevo ante el Real Madrid, aquel partido supuso el debut oficial en el banquillo de Jorge Sampaoli. Y el peculiar estilo del argentino hizo que el Sevilla no perdiera tiempo en la últia jugada del choque, cuando iba ganando, y el Real Madrid lograra forzar la prórroga. No quedó ahí la cosa, puesto que cuando todo se encaminaba a la tanda de penaltis, una jugada similar propició el gol del triunfo de los madridistas.
De este modo, en su sexta participación en la Supercopa europea, el Sevilla no tiene sólo que superar al todopoderoso Bayern. También deberá hacer frente a una maldición que lo acompaña desde hace más de una década y que le ha impedido hasta la fecha levantar su segundo trofeo de la competición.