Coman: de promesa a verdugo del gran sueño parisino
El extremo francés, parisino de nacimiento, llegó a la cantera con 10 años y se marchó gratis. "Me da un poco de pena", aseguró. Su padre es aficionado del PSG.
En 1996, Christian Coman tuvo una revelación. Su mujer, Katia, estaba embarazada y aún no tenían decidido el nombre. El electricista, originario de Guadalupe, leía en el periódico una historia sobre inmigración ilegal sobre varios jóvenes ghaneses que se colaron un barco de bandera ucraniana para intentar llegar a Europa en busca de un futuro mejor. Los marineros les encontraron y tiraron a los ocho por la borda. De estos, solo sobrevivió uno, Kingsley Ofusu. El artículo, publicado en Le Parisien, le conmovió y el nombre del superviviente acabó por ser también el de su hijo, hoy campeón de Europa.
Ya con su característica 'trencita', un jovencísimo Kinglsey comenzó a jugar en el Moissy hasta 2005. Con nueve años, su nivel y el impetú de su padre le abrieron las puertas del Paris Saint-Germain. Criado a las afueras de la capital, Kingsley Coman, hijo de Cristian, electricista, y Katia, secretaria en un centro de salud, se convirtió en la gran promesa del nuevo proyecto catarí del PSG. Su padre, aficionado del club de la capital, ajustaba sus horarios laborales para llevarle a entrenar y el joven quemaba etapas en la academia.
Siempre jugaba con los mayores y el 17 de febrero de 2013 tocó techo al debutar con el primer equipo como el jugador más joven del club con 16 años. Su récord ahí quedó pero su estancia fue breve. Apenas tres encuentros más con la camiseta del club parisino y fin del sueño en casa.
En 2014, con Lucas Moura y Cavani recién llegados como gran promesa y estrella, Ibrahimovic como faro y Lavezzi como alternativa, Kinglsey se vio sin hueco y decidió seguir 'la vía Anelka' al no firmar como profesional con el club francés y firmar por la Juventus. En Turín tampoco encontró su sitio y en 2015 descubrió Múnich. Primero, cedido, y después, traspasado por 21 millones de euros.
Con el paso de las temporadas su incidencia ha ido variando convirtiéndose en un jugador importante en la segunda unidad. A veces como titular y otras tantas como agitador. Este domingo, y aunque fue duda hasta última hora, Flick le vio capaz de amargar a Kehrer desde el principio y Coman cumplió con creces. Paradas, amagos, regates... y un gol en el que le ganó la espalda y anotó de cabeza gracias a un centro que salía con magia desde el pie de Kimmich. Gol que generó una euforia desmedida y hasta cierta risa. Con Lewandowski o Müller como compañeros de delantera, fue el extremo, de menos de 1,80, el que anotó de cabeza el gol de la victoria.
Su actuación le valió el premio a Hombre del Partido aunque no llegó a terminar el encuentro. Con la Orejona y el MVP en sus manos, declaró su amor a quien apostó por su talento pero también sintió nostalgia de casa. "Es extraordinario. Mi corazón es 100% del Bayern, soy un profesional pero si estoy un poco triste por el PSG. Hicieron un gran torneo", aseguró el hijo de Cristian, que vio como su vástago acababa con el gran sueño de su club de toda la vida. Una noche agridulce (más dulce, que agria) para este electricista de París.