El nuevo reinicio de Asensio
Cuatro años después de su presentación con el Madrid, mira al próximo curso como el de su consolidación definitiva. La lesión lo impidió en la 2019-20.
El 16 de agosto de 2016 se quedó grabado en Marco Asensio como uno de los días más especiales de su carrera y de su vida. Su presentación entonces con el Madrid encandiló a la afición, ilusionada con su fichaje y tocada por sus lágrimas en los agradecimientos a su familia y a su agente, y en el recuerdo a su madre, fallecida. Han pasado cuatro años de aquello y el balear apunta al inicio de la próxima temporada con un objetivo que el verano de 2019 le obligó a retrasar: dar un paso al frente que le termine de consolidar.
La 2018-19, la del golpe de realidad postCristiano, dejó muchos señalados en el Bernabéu. Uno de ellos fue Asensio, de quien se esperaba tanto que se quedó por debajo de las expectativas. Hizo 6 goles y 9 asistencias en 2.370 minutos, mientras que en la 2017-18 había registrado 11 tantos y 6 asistencias y en la 2016-17, 10 y 4. Consciente de que eran datos mejorables con su potencial, hace un año afrontó un reseteo en el que sujetar un nuevo crecimiento.
La Eurocopa en 2021, otro aliciente
El pasado verano Asensio renunció al Europeo Sub-21, a pesar de que eso podía reducir sus opciones de estar en los Juegos de Tokio si La Rojita obtenía el billete, como así ocurrió. Durante sus vacaciones no se olvidó del trabajo, adelantándose tarea para cuando se iniciara la pretemporada. Y, llegado el momento, se sentía con mucha confianza, físicamente a punto para demostrar que en sus botas había talento suficiente para ser titular e importante en el nuevo Madrid de Zidane, un enamorado de su fútbol.
Sin embargo, una gravísima lesión de rodilla en el bolo preparatorio con el Arsenal destrozó todo su plan. Era aún julio y había que volver a empezar, lo que exigía, casi a partes iguales, fortaleza física y psicológica. A Asensio le sobró de ambas y, ayudado por el parón por el coronavirus, llegó con más holgura al final de la Liga. En el tramo decisivo por el título, en el que el Madrid ganó diez partidos y empató uno, él estuvo en nueve, con tres goles (el primero, nada más reaparecer después de 330 días) y una asistencia en 334 minutos. A esos hay que añadirles los 29 del Etihad, el colofón a un curso tras el que sólo concibe ir para arriba, un lugar de privilegio desde el que plantarse en la Eurocopa.