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Las Palmas

Las Palmas, zona cero

El equipo, que regresa mañana a la actividad, está mucho peor que hace un año. La falta de previsión, COVID-19 incluida, lastran el inicio del nuevo curso.

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Las Palmas, zona cero
Carlos Díaz-RecioDiario AS

Anda la UD inmersa inmersa en el más atípico de todos los veranos que haya vivido en sus casi 71 años de vida. Ocurre que la COVID-19, que sigue dando duros coletazos, lo trastocó todo. Como quien dice, el primer equipo amarillo acabó el otro día la temporada anterior (último partido, ante el Extremadura el 20 de julio: 5-1) y mañana se dispone, con los obligatorios test PCR, a regresar a la actividad. Para mayor escarnio, otro más, del fútbol profesional español, son varios los equipos de Segunda que comenzarán a trabajar sin conocer todavía a todos los equipos con los que tendrá que competir en el curso 20/21. Otros andan inmersos en la lucha por el playoff de asenso a Primera. El resto, a verlas venir.

Sin embargo, hasta podría ser este el menor de los problemas de Las Palmas. De hecho, el equipo está peor que hace un año, cuando el 8 de julio estrenara oficialmente la nueva Ciudad Deportiva. El verano pasado, Rocco Maiorino (director deportivo) y Toni Otero (secretario técnico), debieron multiplicarse para la confección de una plantilla que, además, tuvo que bajarse el sueldo ante el agujero económico derivado de la confección de la anterior. Este proceso duró muchas semanas, uniéndose además lesiones derivadas como la de Raúl Fernández, la de Araujo en pretemporada, entre otras, la letanía de Jonathan Viera hasta que por fin pudo debutar o los problemas de inscripción de futbolistas, que tenían a Pepe Mel con las convocatorias en vilo hasta horas antes de los partidos.

Los problemas se multiplicaban hasta que el propio Viera enmascaró una cruda realidad. Tanto es así, que con el mediapunta al frente Las Palmas podía ser casi tan aspirante como el que más. Su salida viró la proa al marisco hasta la cuarentena, tras la que el equipo, a lomos de Rubén Castro, salió notablemente reforzado hasta vivir un tramo final de temporada sin pena ni gloria, acaso con esa tranquilidad inexistente los 11 meses anteriores.

Pero el panorama está más negro que en 2019. Desde el momento en que la COVID-19 causa estragos a todos los equipos, hay que cambiar el foco. Y es que la falta, o defecto, de previsión tiene al club en un sinvivir. Los futbolistas, además, tuvieron, víctimas del ERTE implementado por el club, que volver a bajarse el sueldo por segunda vez en menos de un año. Se siguen arrastrando los gravosos contratos del verano de 2019, y alguno que vino después. De hecho, incluso después de ser reducidos, son inasumibles por la entidad. Otra vez la previsión, pues era notorio que las consecuencias de la pandemia no eran de rápida erradicación.

Parálisis.

De momento, de los cacareados cinco descartes (De la Bella, Mantovani, Deivid, Srnic y Raúl Fernández) no hay de momento noticias más allá de la pública intención del club de desprenderse de ellos. Y eso que están en la picota desde hace semanas, meses incluso en el caso de Deivid, que ni siquiera entrenó con el resto tras regresar de Chipre. Ramírez anunció en La Provincia un “trato exquisito” con ellos, poniéndoles el club todos los medios materiales y humanos a su disposición, pero sin dejarlos entrenar con el resto. Si los futbolistas, aparte de negociar su desvinculación, insistieran en defender sus derechos, el club se vería envuelto en un embrollo legal que dañaría todavía más su imagen pese a que les ‘regala’ vacaciones hasta el 30 de agosto para beneficio propio, pues implica quitarse de encima tantos futbolistas como problemas. De momento, mañana están citados en la Isla para pasar los PCR y poder entrenar el martes. Que lo hagan bajo el paraguas de Pepe Mel está todavía por ver. Sorprenden los casos de De la Bella y Mantovani, indiscutibles para el entrenador madrileño.

Otro caso que deja en evidencia la deficiente estrategia deportiva del club es el de Tana, con contrato hasta 2023 y una ficha que reduce notablemente su mercado. Además, recientemente está inmerso en un expediente disciplinaria que le he devaluado todavía más, con lo que todo apunta que Las Palmas, salvo que el propio jugador perdonara mucho dinero, deba pactar una rescisión pagando un dinero del que no parece disponer.

Para la confección de la plantilla, el club se excusa en el palo económico que trajo consigo el virus (por ejemplo, no se cuenta con el dinero de los abonados), pero no son pocos los equipos que ya andan fichando y rescindiendo. Por ejemplo, de Rubén ya se sabe que no sigue, pero los otros dos delanteros son una incógnita: con Araujo no se cuenta y Espiau es una incógnita pese a llegar con 9 goles en la mochila tras su cesión al Villarreal B. Jugadores fundamentales para Mel como Galarreta o Narvaéz también se fueron, el primero traspasado al Mallorca y el segundo regresando al Betis tras su cesión. Como Varela al Leganés. De momento, sobre su continuidad no hay más que buenas intenciones. Ejemplos, muchos. Realidades, pocas.

El balón echa a rodar el 11 de agosto y todo son incertidumbres para Pepe Mel. Los descartados siguen, los fichajes de momento no llegan y los problemas se multiplican. La liga regresa el 12 de septiembre y el tiempo vuela mientras Las Palmas permanece en la zona cero.