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ESLOVENIA

Camoranesi, de no querer mendigar a matagigantes en Eslovenia

Se marchó de Argentina, su país natal, dando un portazo sin querer “entrar en la alcahuetería del fútbol” y se ha instalado en el país centroeuropeo para hacer brillar a un modestísimo.

Actualizado a
Mauro Camoranesi durante el Celje-Tabor.
Jurij Kodrun / Ekipa

El grupo de campeones del mundo italianos de 2006 ha vuelto a estar de actualidad con la llegada al banquillo más exigente de Andrea Pirlo. El director de la orquesta de Lippi toma los mandos de la Vecchia Signora y se une a la lista de técnicos que ha dado esa generación. Si Pirlo ha tenido un camino liso, otros se van fogueando donde pueden, haciendo la mili en banquillos menos glamurosos. Así, el grupo de los Amelia, Grosso, Materazzi, Oddo, Barone y Gilardino lo han ido intentando. Gattuso se ha probado en Suiza, en Grecia y en las inferiores italianas antes de reconducir al Nápoles. Cannavaro, por su parte, sigue acomodado en China, mientras que Pippo Inzaghi acaba de ascender con el Benevento y Nesta intenta hacer lo mismo con el Frosinone.

Pero hay un caso que llama la atención. No podía ser de otra manera porque ya fue una rara avis como jugador, al elegir a su país de adopción, Italia, para ser con él campeón del mundo en detrimento de Argentina, la tierra que le vio nacer. Es Mauro Germán Camoranesi. Un futbolista al que seguro Pirlo echará en falta en la actual plantilla de la Juventus y que ha seguido la rectitud de su carácter para abrirse paso en los banquillos, dando igual el lugar. Jugador de banda, completo, con ida y vuelta incansable, calidad y mucho oficio, Camoranesi terminó su carrera en Argentina, su país natal, pero tras ello se cansó de esperar. Así lo relató en Clarín. “Hablé con todos los representantes, pero no me interesa entrar en ese círculo de alcahuetería del fútbol para conseguir una oportunidad en un banquillo, yo no hago relaciones por interés. En Argentina tengo muchos amigos, gente que me aprecia y que yo aprecio mucho, pero se me hace difícil ir a tocar puertas para mendigar y dirigir. Creo que ya hice méritos”, explicaba el ahora técnico sin tapujos después de haber aceptado ya y dado sus primeros pasos en el país donde dio con la solución.

Camoranesi se lio la manta a la cabeza y antes de esas palabras había decidido aceptar una oferta del modestísimo Tabor Sežana esloveno, donde está haciendo una labor más que notable sin ningún complejo y con poquísimos medios. De hecho, ha sido el juez de la liga, donde en las cuatro últimas jornadas le ganó al Maribor y al Olimpia de Ljubljana para darle el título de liga al Celje. Ni que hablar de la lucha por la permanencia. El Tabor no se ha visto con apreturas, lo cual es un grandísimo éxito, jugando además un buen fútbol pese a lo cortísima de calidad que anda su plantilla. Pero todo ello poco ha importado a Camoranesi, preso de su voluntad y su decisión, como aquella de 2006, cuando como campeón del mundo no quiso abandonar tampoco a la Vecchia Signora para que deambulara sola en el castigo por la Serie B. Se unió a Del Piero, a Buffon, a Nedved y a Trezeguet para reflotar la nave.