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Lo que diga Messi

El argentino fue el primero en detectar públicamente las carencias del Barça en la Champions y el primero en ponerse a arreglarlas. Es la esperanza blaugrana.

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Barcelona's Lionel Messi celebrates after scoring his side's second goal during the Champions League round of 16, second leg soccer match between Barcelona and Napoli at the Camp Nou Stadium in Barcelona, Spain, Saturday, Aug. 8, 2020. (AP Photo
Barcelona's Lionel Messi celebrates after scoring his side's second goal during the Champions League round of 16, second leg soccer match between Barcelona and Napoli at the Camp Nou Stadium in Barcelona, Spain, Saturday, Aug. 8, 2020. (AP PhotoJoan MonfortAP

El destino del Barça en la fase final de la Champions que se disputará la próxima semana en Lisboa está unido más que nunca al rendimiento de Leo Messi. En buena medida, se puede afirmar que el Barça llegará hasta donde Messi llegue.

Después de su gigantesca actuación en la primera parte ante el Nápoles en la que tiró del carro blaugrana para permitir después la resistencia del equipo ante el empuje de los napolitanos, queda claro que Leo es la bala de plata del equipo de Setién en Lisboa.

El argentino fue el primero en detectar las carencias del Barcelona cuando dijo aquello de que “jugando así no nos alcanzará para la Champions” e incluso predijo que si no cambiaban muchas cosas la eliminatoria ante el Nápoles estaba comprometida. Esas palabras provocaron una discrepancia con Setién a través de los medios de comunicación que finalmente quedó aparcada tras la reunión que mantuvieron ambos después de la dolorosa derrota en el Camp Nou ante Osasuna que alejaba definitivamente al equipo blaugrana del título de Liga.

Lejos de denunciar las carencias y apartarse del foco, Leo ejerció como capitán y fue el primero en ponerse manos a la obra para solventar el problema. Messi nunca ha negado que la Champions es un reto que le apasiona y después de la temporada mediocre del equipo, la máxima competición continental aparecía como el salvavidas perfecto.

Messi no falló en el día en el que el Barça se jugaba seguir con vida en la competición o incendiar el club en una crisis de dimensiones incontrolables.

Desde el inicio del partido contra el Nápoles se vio que el argentino estaba enchufado y tiró del carro sumando a la causa al resto de sus compañeros. Casi se come a Lenglet en el abrazo que le dio cuando le francés marcó el primer gol, anotó un segundo tanto sideral, le anularon un tercero que era un delicia y provocó el penalti del tercer tanto, que no tiró él porque estaba dolorido por la patada de Koulibaly.

El estado de su tobillo era motivo de preocupación para los técnicos del Barça, que no obstante le mantuvieron en el terreno de juego los 90 minutos. Al final del encuentro Setién informó que se trataba de un golpe muy fuerte que seguramente hoy, una vez frío, le dolerá más, pero que su participación de cara al partido de cuartos de final del vieres ante el Bayern está asegurada. Estará 48 horas de reposo con antiinflamatorios y el martes podría volver a entrenarse con normalidad.

El conjunto bávaro es uno de los que motiva especialmente a Messi, que hace cinco años les apartó de la final de Berlín con una exhibición tremenda en el Camp Nou en la que anotó dos golazos.

El liderazgo de Messi se acentúa a medida que pasan los años y este equipo sabe muy bien que será lo que diga Messi, que es el que volvió a marcar el camino en Europa.