La Copa salva un año de luces y sombras en el Athletic
El torneo del KO, que dejó pendiente su final hasta que haya público, aplaza la valoración de una temporada que de nuevo se le hizo muy larga a los leones. Borrón final en Granada.
Fue en Granada, la ciudad que puso punto y final a la Copa este año hasta nueva orden, donde cayó el telón de la Liga para el Athletic. Y no lo hizo, desde luego, con el sabor del torneo del KO. Esta vez no hubo milagro en forma de internada feroz de Yuri por la izquierda, como aquel ramalazo que dio el billete a la final. Más que nada porque todo el pescado estaba vendido desde el pasado jueves, cuando el Leganés arrojó un jarro de agua fría sobre las esperanzas europeas de los leones. Fue una consecuencia lógica de un equipo base saturadísimo de partidos, al que estos 11 compromisos tras el parón no han hecho más que reincidir en la asfixia por no haber rotaciones. Sólo en el Camp Nou hubo un gesto de dar carrete a los suplentes y aunque se perdió, tampoco salió mal del todo. Ocho jugadores han estado en la línea de los tres mil minutos y se han visto muy exprimidos: Unai Simón, Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri, Dani García, Raúl García y Williams. Y Muniain no está con ellos por el problema muscular que sufrió en noviembre. Yeray, Yuri y Capa han acabado con molestias ante tanto trajín. Unai Simón, Iñigo y Raúl han sido los más regulares del año.
Raúl ha aprovechado la temporada para culminar su año más realizador en Primera: 15. Ha adelantado su posición tras la retirada de Aduriz y podría decirse que ha bebido de la misma fuente de la eterna juventud que el donostiarra. A sus 34 años, trata de hacer lo menos traumática posible esta transición hasta encontrar el 'nueve' del futuro. El curso también ha servido para avanzar con el plan de relevo generacional que inició el club el año pasado con Susaeta, Iturraspe y Rico, tres futbolistas que, quitando a Mikel, que ha recalado en el Huesca, han notado el frío que hace lejos de San Mamés. Ahora llega el turno para San José y Beñat, y en 2021 podría ser el turno de Balenziaga, De Marcos y Herrerín. El centro del campo se ha regenerado por completo y el futuro debería estar en las botas de los Sancet, Vencedor y el resto de esa cuadrilla.
"Hemos acabado de la peor manera", proclamó Garitano en el Nuevo Los Cármenes tras el final de curso y el inicio de las ansiadas vacaciones. Recibió su mayor goleada como técnico rojiblanco: 4-0. El equipo ha mostrado claros y sombras y la final de Copa le priva de un suspenso. Aunque ¿y si hubiera jugado la final en abril y la hubiese perdido? La nota se acercaría a ese lunar, desde luego. Lo mejor de todo ha sido la capacidad del equipo para no rendirse jamás, su afán por sobrevivir aunque la lógica recomendase bajar los brazos.
El año empezó chispeante, con un golazo de Aduriz de chilena ante el Barça en el tramo final. Tal vez la metáfora de lo que ha sido el año: mucha ilusión y al final, de bruces con la realidad, como la temporada pasada en Sevilla. Cinco partidos sin ganar al de poco de empezar el año (entre ellos, una derrota ante el Valencia en Bilbao que rompía el hito de un año sin caer en casa) y, sobre todo, diez sin hacerlo entre diciembre y el 1 de marzo, por gastar todas las energías en la Copa, pusieron la inquietud en la grada de San Mamés. Había hasta amenaza real de desceso. Por el camino, jugadores como Ibai y Kodro, fichados con este entrenador en el banquillo, no han contado para nada.
Pero el equipo, una vez más, se sobrepuso al pesimismo generalizado y tras encerrarse dos meses en casa, regresó con enorme brío. Siempre era competitivo, aunque su fútbol a veces resultara manifiestamente mejorable. El esfuerzo era mayúsculo y la victoria en Mestalla parecía definitiva: esta gente estaba decidida a entrar en Europa vía Liga tras la renuncia de esa opción como posible ganador de la Copa. Pero el esfuerzo pasó factura y ante el Leganés se pinchó el globo. La undécima posición de la tabla, cuando se ha estado peleando por la sexta, es una decepción. El equipo está cuatro puestos por debajo de lo que marca el enorme presupuesto. Garitano se responsabilizó del decepcionante colofón nazarí. Su gestión de los minutos ha sido defectuosa. Se le puede acusar de 'amarrategi' y de no ser valiente con algunos chavales. Ha faltado criterio cuando se ha medido a rivales de menor rango, que le han dado la iniciativa. Su defensa ha sido muy buena todo el curso y es evidente que, como el mismo técnico admitió, hay un problema de potencial ofensivo. Ha jugado junto, ordenado y sus números defensivos eran un ejemplo en Europa al principio de curso. Pero sin Aduriz no hay gol. Eso, sí, en el caso del entrenador, el gran rendimiento de la plantilla en la mitad más o menos del campeonato y la final copera pesan más en la balanza de este 2019-20 que ya se va al olvido.