El día que Collet explotó en la jornada final ante el Celta
Se jugaba sus opciones de ir a Europa un Espanyol económicamente malherido. Hoy la situación es la opuesta: saneado pero deportivamente fracasado.
Hace unos pocos días, ironizaba Joan Collet al destacar que “en esta situación”, la que vive el Espanyol con el descenso más dramático de su historia, “Dani (Sánchez Llibre) y yo no podríamos salir de casa”. Se refería no al contexto de COVID-19 que ahora impide a los aficionados poblar las gradas de los estadios y expresarse, sino a que bajo la presidencia de ambos no se hubiera tolerado un fracaso tan mayúsculo como el actual, y se habría armado un lío morrocotudo. Y razón seguramente no le faltaba.
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El ejemplo, ahora que cierra el Espanyol la temporada ante el Celta, se puede situar entre los mismos protagonistas, cuando hace un lustro, el 23 de mayo de 2015, también disputaban entre ellos la jornada final, pero en Balaídos. A aquel encuentro no llegaban los pericos descendidos, ni mucho menos: lo alcanzaban con opciones, escasas pero reales, de acceder a Europa. Pero perdieron por 3-2. Y Collet explotó. “Igual se van el director deportivo, Lardín, Morales, Sergio García, todo el Femenino, nos cargamos la Escola, rebajamos el presupuesto del primer equipo y del fútbol base...”, se arrancó. Y continuó: “Puede ser que vendamos a Álvaro, a Arbilla, a Casilla, que Sergio se marche regalado, que no compremos a Lucas o que también regalemos a Caicedo”.
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Aunque alguno de sus presagios se cumplió, en general todo fue ironía en las palabras del entonces presidente, agobiado por los rumores de desmantelamiento de la plantilla en el contexto de un club ahogado por la Agencia Tributaria y con una deuda de 130 millones, que solo contaba con 18,5 para armar el primer equipo y que esa temporada apenas había dispuesto de dos millones para fichajes, por 11 recibidos en ventas. La derrota ante el Celta había atrasado al Espanyol tres posiciones en la clasificación final, lo que suponía dejar de ganar dos millones en el reparto televisivo del siguiente curso. Un dineral en una coyuntura que rozaba la quiebra técnica.
Visto con perspectiva, aquel Espanyol sí era una tragedia desde el punto de vista económico, lo que convertía en un enorme mérito no ya su subsistencia como entidad y su permanencia como equipo, sino encima llegar con opciones europeas al último partido, de la mano de Sergio González. Hoy sucede exactamente lo contrario: un loable saneamiento financiero pero el más absoluto de los desastres a nivel deportivo. Que la historia sirva de referencia.