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HEIDENHEIM 2-WERDER BREMEN 2

El Werder Bremen se salva en la despedida de Pizarro

Empató a dos, resultado que sí le valió para evitar el segundo descenso de su historia debido a los goles anotados fuera de casa (el partido en Bremen acabó 0-0).

Actualizado a
El Werder Bremen se salva en la despedida de Pizarro
KAI PFAFFENBACHREUTERS

El regalo en el día de la despedida de Claudio Pizarro del fútbol profesional fue la permanencia de su amado Werder Bremen. El astro peruano, ex de equipos de la talla de Bayern y Chelsea, no llegó a jugar, pero fue un aficionado más en el banquillo del Werder. Mereció la pena. Tan solo cinco días después de no pasar del empate a cero en la ida, el conjunto dirigido por Florian Kohfeldt volvió a empatar contra el Heidenheim, esta vez a dos, resultado que sí le valió para evitar el segundo descenso de su historia debido a los goles anotados fuera de casa. El Bremen seguirá siendo de Primera.

A diferencia del primer encuentro en el Weserstadion, esta vez sí se le notaron las ganas al conjunto hanseático, que se aprovechó de un verdadero regalo por parte de los locales para sellar un triunfo que le mantiene en la máxima competición alemana. A los dos minutos de partido, un intento de despeje fallido de Theuerkauf terminó colándose en propia, poniendo por delante en el marcador a un Bremen que supo gestionar el partido a partir de ahí. Pudo ampliar la renta en alguna que otra ocasión, pero el meta local Müller mantuvo vivo a los suyos antes el acoso de Osako y Rashica.

El Heidenheim, ante la oportunidad y el partido de su vida, salió mordiendo de vestuarios y puso ante serios apuros a la zaga del Werder. Fueron cinco minutos de puro asedio para los verdiblancos, pero ni el recién introducido Schimmer, ni Otto pudieron materializar dos ocasiones clarísimas que hubieran servido para, al menos, intentar remontar (solo le valía la victoria por el gol a domicilio del Werder). Se recompuso el Bremen e, incluso, pudo sentenciar el choque en alguna que otra contra aislada por medio de Rashica y Klaasen. Ocurrió lo que suele ocurrir cuando se perdona. Kleindienst puso las tablas y la emoción a cinco minutos para el final.

Temblaba Pizarro en el banquillo. Apreciaba cómo el equipo de su vida se jugaba la suya. No paró el Heidenheim. Una y otra vez, el conjunto dirigido por Frank Schmidt se lanzó al ataque. Balones al área. Uno detrás de otro. El Bremen solo despejaba. Hasta que Augustinsson dictó sentencia y Pizarro pudo irse en paz. Kleindienst volvió a poner las tablas en un final de verdadero infarto, pero el empate valió a su Bremen. Sigue ahí. Donde está su sitio por historia. Donde Pizarro vivió innumerables tardes de gloria. En primera.