El enfado en el seno del Leganés: sin invertir era casi imposible
Plantilla y cuerpo técnico señalan la ausencia de refuerzos goleadores invernales como una de las principales causas del naufragio.
El Leganés afronta el final de temporada en una agonía constante. Los pepineros, penúltimos en la clasificación, podrían ser virtualmente equipo de Segunda el próximo domingo tras su duelo directo frente al Espanyol en el RCDE Stadium. Si el Lega pierde y el Celta gana al Betis, el descenso será ya una realidad, consecuencia de una temporada aciaga con un momento clave: el mercado de invierno y sus efectos en la plantilla.
En el seno del vestuario y del cuerpo técnico se considera como una de las causas más importantes del actuar devenir deportivo la estrategia conservadora del club y su negativa a invertir en un refuerzo que cubriera la vacante que dejó En Nesyri. El Sevilla se llevó al marroquí a mitad de enero tras acordar el pago de su cláusula en tres pagos: siete millones ese día, siete millones el 1 de julio y seis millones el 30 de diciembre. El acuerdo, por tanto, dejó siete millones frescos en las arcas para ejecutar refuerzos, además del dinero del que ya disponía la entidad, que en Butarque cifran en torno a los 4 millones de euros. En total, mínimo 11 millones.
Pese a ello, el Leganés optó por seguir su habitual política y los cuatro refuerzos que llegaron en enero fueron todos cesiones, esto es, la inversión fue mínima. Bryan Gil, Assalé, Amadou y Miguel Ángel Guerrero llegaron a coste casi cero. Éste último, por cierto, después de que pesos pesados de la plantilla sugirieran al club su retorno. Aún así, recuerdan desde el vestuario, también solicitaron antes otros delanteros que no llegaron.
El preferido tanto de futbolistas como del cuerpo técnico era Enric Gallego, entonces en el Getafe, y ahora en Osasuna, donde ejerció de verdugo el sábado pasado en la derrota (2-1) del Lega en Pamplona. El jugador, sin embargo, se negó a firmar por los pepineros (así lo desliza plantilla y cuerpo técnico) y comenzó una búsqueda de refuerzos que siempre fue de la mano de una premisa: no hacer locuras.
Evitar excesos de gasto
El club entendía que una excesiva inversión podría meter en problemas a la entidad, con un exceso de deuda que se pagaría más adelante si el descenso se consumaba. Además, la presencia de Braithwaite, aun entonces delantero pepinero, daba ciertas garantías de gol. Plantilla y cuerpo técnico, sin embargo, ya veían entonces que, incluso con el danés en Butarque, era necesario (casi vital) fichar otro ariete goleador, además de las incorporaciones avanzadas de Assalé y Guerrero.
Ese refuerzo no llegó y ahora los actores protagonistas sobre el césped lloran su ausencia, más si cabe tras la salida de Braithwaite al Barça y la imposibilidad de fichar un recambio. Bacca, era el escogido si la RFEF hubiera dado visto bueno a la operación.
"Los de abajo... bueno... se reforzaron"
“Los de abajo… bueno… se reforzaron. El Celta trajo dos delanteros. Ya tenía otros dos buenos. Alavés tiene dos delanteros con más de diez goles cada uno. Vives del gol. Los puntos te los dan los goles. Ahí estamos cojos”, afirmó Aguirre hace una semana en sala de prensa en lo que se podría interpretar como una crítica a la decisión de no traer gol en enero.
El Vasco también argumentó que los fichajes atados eran ofensivos, pero no del perfil que se necesitaba. “No voy a descubrir quién es Guerrero. Guerrero tiene gol… Assalé tiene gol. Le trajimos para jugar por fuera, pero tiene gol. Es pedirle a esta gente que den un paso al frente”, dijo entonces el técnico.
En sus comparecencias recientes Aguirre ha insistido con frecuencia en que ésa, la carencia del gol, es uno de los principales problemas, sino el principal de un equipo que, tras el retorno a la competición, tiró en sus cinco primeros partidos 64 veces a puerta y sólo logró tres tantos: uno de penalti, otro de falta y otro en jugada.