Diakhaby y Guillamón, las dos caras de un mismo problema
El central francés es ahora la cruz y el canterano la cara de los errores que desde el pasado verano está cometiendo el Valencia en la planificación de su plantilla.
Albert Celades se desahogó en sala de prensa por los errores de Diakhaby. “Lo habíamos hablado y ha vuelto a pasar, son muchas veces”, acusándole al francés de los puntos perdidos e inclusive de la eliminación de la Champions a manos del Atalanta. Celades, seguramente, dijo sobre el central bastante menos de lo que cualquier aficionado del Valencia estaría pensando en ese instante, aunque mucho más de lo que cualquier entrenador debe decir sobre un jugador que acaba de cometer una pifia. Celades se saltó con sus palabras los códigos en el manual del entrenador y eso es un mal síntoma pensando en lo que viene.
Celades, señalando por sus males a Diakhaby, solo hizo que contagiarse de la forma de actuar que tiene el Valencia desde el pasado verano. Este Valencia se gestiona saltándose a la torera todas las leyes no escritas de un club y de un vestuario. Y ahí están los resultados. Quizás en defensa de Celades haya que decir que quien habla tiene más riesgo de equivocarse y en este Valencia solo se escucha su voz. Anil Murthy habita feliz a puerta cerrada y a César le tienen confinado desde el mismo día que llegó. Ni tan siquiera fue presentado.
Diakhaby ha pasado de ser una solución con Marcelino a un problema con Celades. Sobre ello debería reflexionar el técnico catalán. Diakhaby, sin ser una justificación a sus retahila de errores, a su no saber adaptarse al nuevo fútbol del VAR, es también una víctima de la pésima planificación de un Valencia que no ha dado una a derechas en defensa desde agosto. Bueno, solo una, recuperar con creces lo invertido en su día por Jeison Murillo.
A partir de ahí, nada se ha hecho bien. Desde el fichaje de Mangala, culpa de quien lo propuso y error de quien lo aceptó, a la situación contractual de Hugo Guillamón, pasando por el fichaje de Thierry Correia, remendado de aquella manera en enero con la llegada de Florenzi; la pésima gestión institucional de la renovación de Garay, que ha acabado salpicando al vestuario, y las vueltas que dio César cuando el argentino se lesionó para acabar no haciendo nada, que es lo que quería Anil Murthy que se hiciera, ningún fichaje.
La coyuntura ha sacado los defectos que parecía que Diakhaby había corregido el año pasado, potenciados además por las lagunas defensivas que tiene este curso el colectivo. A su vez, la situación física de Mangala, la gestión tras la lesión de Garay y las molestias de Gabriel Paulista, hacen emerger la figura de Hugo Guillamón. El canterano es la cara positiva de un mismo problema: la planificación y la endeblez social del club.
Si Guillamón jugó contra el Levante fue más por necesidad que por convencimiento. Con las ganas que tiene Hugo de ser jugador del Valencia, así deberá ser la oferta de renovación que le han presentado para (de momento) no haberla aceptado. La dirección deportiva, la actual y las recientes, porque si Guillamón llega a su último año de contrato no es cosa de una sola, tendrá sus argumentos para valorarle así. Pero Guillamón lleva muchos años en Paterna como para no tener que jugarse las condiciones de esta renovación por atar en corto en el derbi a Roger o por un roto que pudiera hacerle el jueves Benzema. Decidir su futuro a tenor de los partidos que restan, tendría más de populismo que de planificación.