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TENERIFE

El cabezazo que quedó en la historia

El 10 de junio de 1990 el Tenerife conseguía la permanencia en Primera al ganarle la Promoción al Depor en un Riazor abarrotado. El gol de Eduardo Ramos se sigue recordando.

La celebración del gol de Eduardo Ramos.

Pocas veces un gol de cabeza es tan recordado. No es para menos porque significó la permanencia del Tenerife en Primera División cuando la mayoría lo daba por muerto tras haber empatado sin goles en la ida de la Promoción. En Riazor, el 10 de junio de 1990, Eduardo Ramos se vistió de héroe para darle la victoria al Tenerife ante el Depor (0-1) y conseguir la hazaña. Hoy, se cumplen 30 años de ese momento inolvidable.

Todo lo que terminó siendo euforia, era decepción ocho días antes cuando el 0-0 del Heliodoro dejaba a los gallegos con el ascenso en bandeja, después de 17 años de espera. Fue una semana complicada, pero los insulares nunca perdieron la fe. "Tengo esperanzas en revertir esto porque no podemos jugar peor", confesó el entrenador blanquiazul tras el choque.

Ante más de 27.000 almas que alentaban al cuadro local, Xavier Azkarorta sorprendió con su alineación: Eduardo Belza; Ferrer, Manolo Hierro, Francis, Luis Delgado; Toño, Isidro, Víctor, Eduardo, Rommel Fernández y Quique Estebaranz. El técnico vasco dejó, por ejemplo, al brasileño Guina y a Felipe Miñambres en el banquillo.

El Tenerife, vestido de rojo, no se amilanó ante el ambiente adverso y muy pronto se adelantó en el marcador: se jugaba el minuto 13 cuando una jugada por la banda nació en las botas de Quique quien cedió el balón a Ferrer. El 'Chapi' envió un preciso centro al área donde el lagunero Eduardo Ramos saltó más que su marcador y logró cabecear el esférico a la red, en un remate más propio de su querido compañero Rommel.

Cuentan las crónicas que el Depor no supo digerir el gol, que hizo un fútbol lleno de precipitación, buscando un empate que nunca llegó. Azkargorta ganó el partido en la pizarra porque el marcaje de Isidro sobre Fran, la estrella local, acabó por atascar el centro del campo coruñés. En líneas generales no fue un buen partido, jugando con más nervios que cabeza.

Los abrazos y las lágrimas de felicidad y de alivio en el vestuario de Rommel Fernández, Manolo Hierro, del capitán Toño o del tejinero Francis eran el reflejo de lo conseguido tras una temporada complicada. Hasta el presidente de la entidad, Javier Pérez, se acercó uno por uno para darles las felicitaciones por la permanencia. En la vuelta a la Isla, una multitud fue a recibir a los futbolistas al aeropuerto.

La web oficial del Tenerife recuerda que "con cuatro minutos sobre el 90, el colegiado Enríquez Negreira pitó el final. En aquel instante, el tinerfeñismo lloró de alegría. Se alcanzó un hito que el club no ha vuelto a repetir: garantizar la permanencia en Primera al curso siguiente de ascender". Y todo, por un inolvidable cabezazo de Eduardo Ramos que ya es parte de la historia del club.