La agonía del Calderón
El viejo campo del Atlético vive sus últimos días: el próximo lunes se habrán terminado las obras de demolición, nada quedará en pie.
Desde que el 25 de mayo, Madrid reabriera Madrid Río con la llegada de la Fase 1 la imagen se repite, sin respiro. Un hombre que va en bicicleta y de pronto se detiene en la orilla del río. Saca su cámara, apunta y dispara. Un matrimonio que ronda los 50. Lo mismo. Cámara en ristre y foto. Jóvenes y mayores. Ellas y ellos. Y unos pocos que pasan por la orilla derecha del parque sin mirar a la altura de Paseo de los Melancólicos. No, ellos no quieren hacerlo. Prefieren recordar lo que había en ese lugar que hoy habita esa estructura de mármol de apenas ocho metros de ancho, cada día más adelgazada, amasijo de hierros y ruina, rodeado de polvo. El último estertor de aquello que se llamó Vicente Calderón, cómo se escuchaban los goles adentro. Son sus últimos días. Los de verdad. Cuando amanezca la próxima semana del viejo campo del Atlético ya ni esto quedará. Habrá terminado su demolición.
485 días después de iniciarse, en febrero de 2019, un año y cuatro meses. Primero todo por dentro, más tarde derruido por fuera. Desde las pasadas Navidades los vídeos en coche cruzando lo que antes era su césped llenaron las redes sociales. Desvío necesario para poder acometer el último tramo de la obra, la del desmontaje de la grada depositada sobre la M-30. Ese que termina ahora.
Piedra a piedra
El Calderón se ha ido bocado a bocado, convertidos en polvo su millón treinta y cinco mil metros cuadrados. Muerte lenta de excavadora no sin polémica. Los vecinos durante el confinamiento a causa del coronavirus, por los ruidos. Ecologistas en acción, por los residuos arrojados al río. Parte de su viejo hormigón (diez toneladas de cemento) se ha transformado para ser reutilizado en los rellenos y terraplenes del ámbito Mahou-Calderón donde ahora comenzarán a construirse pisos y espacios verdes.
El Calderón se va definitivamente después de meses de adioses, en el año en el que se cumplirían 54 de su inauguración, el 2 de octubre de 1966. Un Atlético-Valencia le subió el telón, con Luis Aragonés primer goleador (1-1). En 2017, hace tres, se le terminaba el fútbol, con un Atlético-Athletic de cierre oficial rojiblanco un 21 de mayo (3-1, doblete de Torres y gol de Correa) y otro oficioso el 28, El Partido de Las Leyendas que terminó 4-5 y un último gol de Pedraza. Entre medias, una final de Copa Sevilla-Barça que acabó con decenas de asientos arrancados, todos querían llevarse algo del viejo campo, tras casi 1.300 partidos oficiales, 927 rojiblancos.
Rodeado hoy de carteles de Se Vende, ninguno de sus bares sobrevivieron al traslado al Metropolitano. Ni Edu, en el Chiscón, el último en cerrar, ni El Parador, ni El Doblete, lugar de tantas previas. Hace tiempo que su verja echada no sale en ninguna foto. De lo primero que se llevó la excavadora fue.