20 años del adiós de Shoji Jo, el primer japonés que jugó en España
Se despidió del Real Valladolid con la última victoria blanquivioleta en el Santiago Bernabéu, ante el Real Madrid de 'La Octava'.
El fútbol ha cambiado mucho en los últimos 20 años. El retorno de la Bundesliga demuestra lo fácil que es hoy ver rodar el balón con una simple conexión a Internet. En el 2000... en el 2000 casi había que dar gracias porque no se hubieran cumplido los apocalípticos presagios que hablaban de invasiones extraterrestres, de rebelión de las máquinas y de expansiones de virus (ya ven; qué cosas, y así estamos hoy...).
Entonces, sin WiFi, WhatsApp, Twitter, Instagram, Tik Tok y todas esas 'moderneces', la norma eran los transistores y el teletexto, y quien no tuviera la Plus, atesorar cada segundo antes del fundido a rayas como si fuera un milagro divino, antes de que el malogrado Robinson se convirtiera en ruido y hubiera que imaginarse lo que estaba pasando en el partido. Entonces, hace 20 años, cuando todavía no había trending topics, durante 15 partidos pudo haberlo sido el primer futbolista llegado del país del sol naciente: Shoji Jo.
El delantero japonés arribó en el mercado invernal de la temporada 1999-2000, acompañado de una pléyade de periodistas y aficionados, convirtiéndose en el primer jugador nipón que militaba en nuestro fútbol. Después de todo, resultó que 'Oliver y Benji' no era como nos lo habían contado, aunque el atacante del Yokohama Marinos sí recaló en España, en el Real Valladolid. La entidad blanquivioleta abrazó la novedad y la fama que precedía a Jo en su país y pasó a acaparar portadas y aperturas de noticiarios debido a lo excéntrico de un fichaje, que, a su vez, abrió una ventana al mundo y al marketing exterior.
Era febrero cuando marcó por primera y única vez, además, por partida doble. Fue fuera de la temporada taurina, y sin embargo, Goyo Manzano, su técnico, definió su actuación frente al Real Oviedo (2-1), como de "dos orejas y vuelta al ruedo", y a los visitantes asiáticos a buen seguro que hubo que explicarles que era un símil relacionado con eso que tanto identifican con España y que no son sevillanas. Los olés, si no los hubo, fue porque Valladolid es tan noble como sobria. La ovación, cuando lo sustituyó Peternac, fue de gala, a la altura del prometedor doblete y de las cabriolas con las que lo celebró (con un nutrido número de compatriotas en las gradas).
Lo cierto es que fueron pasando los partidos, los japoneses iban y venían de visita y el delantero nunca acabó de romper en números. En parte, porque pronto se descubrió una problemática que no era cualquier cosa: a Jo le faltaban los ligamentos de la rodilla izquierda. Era todavía marzo y en Zorrilla sospechaban que el Yokohama Marinos les había dado el tocomocho, puesto que en los informes médicos previos "no se hablaba nada de esa lesión", según llegó a explicar el doctor Barrasa, jefe de los galenos del club en la época. Mientras, su seleccionador, Philippe Trousier, comentaba que era algo que el futbolista le había comentado que venía de tiempo atrás y, sin embargo, no le había obstaculizado jugar.
Despedida con triunfo en el Santiago Bernabéu
Sea como fuere, esta circunstancia no impidió que Shoji Jo fuera sumando minutos hasta rozar los 1.000: acumuló 906 repartidos en 15 partidos, 12 de ellos como titular, aunque solamente dos completos. En la última jornada de Liga, el 19 de mayo del 2000, hoyó una cumbre hasta aquel día inexplorada por un japonés y festejó algo que el Real Valladolid no ha vuelto a ser capaz de celebrar: una victoria en el Santiago Bernabéu.
El golazo de Víctor a los 23 minutos de juego, con una preciosa vaselina sobre la salida de Iker Casillas, supuso el postrero 0-1. La sustitución del nipón, en el 72', por Dragan Isailovic, su adiós con la blanquivioleta. Como si su marcha fuese una maldición como la de Bela Guttmann al Benfica el día que fue despedido, nunca más hubo festejos en Concha Espina del Valladolid. Sí los hubo en Chamartín la semana siguiente, cuando ese mismo Real Madrid que perdió elevó a los cielos de París su octava Champions League.
Si bien el Pucela se había guardado una opción de compra, receló de esa rodilla izquierda y de lo extraño de la situación generada con el Yokohama Marinos, poniendo fin a la vinculación del primer japonés que militó en la Primera División española en junio. Un año más tarde llegaría otro compatriota, Akinori Nishizawa, en su caso, al Espanyol, pero, como Shoji Jo, no terminó de cuajar.
Para ver a un jugador nipón durante más de seis meses en el fútbol español hubo que esperar hasta el 2005, hasta el establecimiento de Yoshito Okubo en el Real Mallorca. Para entonces, el pobre Shoji Jo, el veloz delantero sin ligamentos, ya se había retirado. Hoy puede presumir de haber sido pionero y de haber marcado el camino a los citados y a Aki, Hiroshi, Nakamura, Shibasaki, Kiyotake, Havenaar, Inui y Kubo, el resto de los japoneses que han pasado por nuestra Primera División.