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Las Palmas

La permanencia de la Unión Deportiva pasa por Gran Canaria

Cuando se reanude la competición, a Las Palmas le quedarán en casa 6 de los 11 partidos. La odisea de los viajes obliga aún más a hacer del EGC un fortín.

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La permanencia de la Unión Deportiva pasa por Gran Canaria
Carlos Díaz-Recio

Escuecen en Canarias las quejas de cualquier deportista profesional lamentando los viajes a este hermoso enclave del Atlántico. Se habla incluso de la diferencia horaria, de apenas una hora. Los equipos de esta tierra pagan excesivamente cara la insularidad, pues cada dos semanas tienen que hacer, para jugar en la Península, alrededor de 2.000 kilómetros como mínimo. Por eso siempre fue doblemente importante para Las Palmas hacer de su casa un fortín, mucho más cómodo en casa, por supuesto también en estos tiempos marcado por la COVID-19.

Ocurre que restan 11 jornadas para acabe la temporada regular en Segunda División, y los pupilos de Pepe Mel deberán jugar seis de ellas en el Estadio de Gran Canaria. Poco le importa a los dirigentes, más bien nada, que en ningún caso se vaya a jugar con público. Si ya de por sí es complicado el traslado a la Península de una expedición que ronda las 30 personas entre jugadores, cuerpo técnico y médico, dirigentes… en época de desescalada bien parece una odisea.

Por ello, a la Unión Deportiva se le antoja más importante que nunca sanar la herida de la que emanan tantos puntos rivales en su guarida, aquella que corona la montaña de Siete Palmas. De momento, la formación grancanaria no ha conseguido ni la mitad de los puntos en disputa en el EGC. De los 15 partidos jugados en casa, firma un 5 en todo: victorias, empates y derrotas. En total, 20 puntos de los 45 posibles, 38 en total.

Con el descenso a tan solo tres puntos, los 35 del Deportivo, Las Palmas deberá equilibrar la balanza para evitar la tragedia. Empezando por el Girona, al que debió recibir el 15 de marzo, le esperan en la isla Lugo, Elche, Ponferradina, Mirandés y Extremadura. 18 puntos en juego que bien valen una permanencia.

La necesidad de buscar con ahínco este pleno de victorias arde todavía más con la gasolina que emana del protocolo de viajes que quiere implantar LaLiga, que pese a los múltiples rumores todavía no tiene fecha oficial de regreso a la competición. La UD debe desplazarse a Almería, Albacete, Huesca, Oviedo y Madrid (Rayo Vallecano). En total, casi 19.000 kilómetros. Como mínimo, 10 aviones. Más los correspondientes desplazamientos en guagua. Impone la propia competición que, además, tienen que ser vuelos chárter, con lo que se multiplica el gasto, por supuesto con un asiento de separación entre cada pasajero, ninguno ajeno, más allá de la tripulación, a la disciplina en este caso de Las Palmas. Las medidas sanitarias y de higiene tienen que ser extremas.

“El miedo puede estar en los viajes y las concentraciones”, decía esta semana Alberto De la Bella. Esos viajes, además, causarán estragos a equipos como Las Palmas o Tenerife. La necesidad de jugar partidos cada 72 horas, unida a los riesgos de contagio, hacen que estos traslados tengan que ser exprés. El vuelo mínimo a la Península ronda las dos horas, y LaLiga recomienda viajar y jugar en el día, lo que puede causar estragos en el cuerpo de los futbolistas de los equipos insulares. La desventaja es clara, pues una aeronave, hecho ya el desplazamiento a Tenerife, es la única manera de empezar a encarar los partidos en los que tienes turno de visitante. Así, puntuar fuera de casa, para un equipo insular, puede convertirse en una odisea.

“Cuando vuelva la liga los entrenamientos apenas podrán se de recuperación”, alertaba Aythami. La calidad del juego bajará sobremanera. La ausencia de público multiplica los problemas en cuanto a motivación y ambiente se refiere. Tampoco lo habrá en el Estadio de Gran Canaria, pero es ahí por donde pasa la permanencia de Las Palmas.