REAL ZARAGOZA / HISTORIAS DE SEGUNDA (XXXI)
Rafa Iriondo, un rezo permanente en el banquillo
Fue el extremo derecha de una de las delanteras más famosas de la historia del Athletic de Bilbao y un técnico muy creyente y con mano izquierda, que se apoyó en Violeta, Planas y Villanova para conseguir el quinto ascenso del Real Zaragoza a Primera División.
Rafael Iriondo Aurtenechea nació en Guernica (Vizcaya) el 24 de octubre de 1918. Fue un extremo derecha rápido, tenaz, habilidoso y de centros templados y medidos, con registros goleadores muy superiores a su demarcación. Comenzó a jugar al fútbol cuando era un niño en el colegio de los Padres Agustinos de su localidad natal, y, con sólo 15 años y pese a la oposición paterna, disputó el último partido de la Sociedad Deportiva Guernica antes de su disolución el 3 de diciembre de 1933 por haberse quedado sin su campo de Zubigorri debido a sus graves problemas económicos. Sin saberlo, Iriondo tardaría cinco años y medio en volver a jugar un encuentro oficial con un club federado.
Con el estallido de la Guerra Civil, le tocó vivir el bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937, donde sus padres perdieron su vivienda y sus dos negocios: una tienda de muebles y una carbonería. La familia Iriondo se trasladó a Bilbao con lo puesto y tuvo que recurrir, incluso, a la asistencia social para sobrevivir. Rafa, que por entonces estudiaba Comercio, salvó la vida en el refugio que había en la fábrica Astra. Tenía 18 años y estaba a punto de incorporarse a filas. El bombardeo acortó los plazos: se enroló en Asúa en un batallón de transmisiones del Ejército Vasco, con el que vivió la retirada que culminó con la rendición en Santoña. Prisionero en el penal de El Dueso, su puesta en libertad tuvo el precio de volver al frente, incorporado al Ejército Nacional. En su caso, a un batallón de Estella con el que acabaría participando en la batalla de Teruel, donde sufrió graves síntomas de congelación en los dos pies.
Acabó la guerra en el Vallé de Arán, y, a su regreso a Bilbao en 1939, acudió, casi por casualidad, al campo de Garellano para someterse a una prueba con el Bilbao Athletic. Roberto Echevarría, el entrenador rojiblanco, lo vio jugar y lo fichó inmediatamente para el filial, aunque el Servicio Militar lo llevó muy pronto al Regimiento de Infantería de Alcazarquivir, en el Protectorado Español de Marruecos. De allí lo incorporó como cedido el Atlético Tetuán, muy avanzada la temporada 1939-40, hasta que el presidente del Athletic, Luis Casajuana, movió sus influencias y logró que Iriondo fuera trasladado a Bilbao por una prórroga de estudios.
En el Athletic, rebautizado Atlético, jugó 13 temporadas (1940-41 a 1952-53), e integró una de las más célebres delanteras del fútbol español, junto a Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. El entrenador Juan Urquizu le hizo debutar en Primera División el 29 de septiembre de 1940, en Mestalla (2-2), el día en el que también se ‘bautizó’ Zarra. En total, disputó con los ‘leones’ 330 partidos oficiales y marcó 117 goles, entre ellos el gol 1.000 de los rojiblancos en Primera División: el 19 de septiembre de 1948, en San Mamés, frente al Valladolid (7-2). Y ganó una Liga (1942-43) y cuatro Copas (1943, 1944, 1945 y 1950), y fue dos veces internacional con la selección española.
A punto de cumplir 35 años y tras no acordar la renovación de su ficha por el Atlético de Bilbao, firmó el 9 de octubre de 1953 por el Baracaldo, de Segunda División. En Lasesarre apenas permaneció tres semanas, porque el 29 de octubre se incorporó a la Real Sociedad, donde completaría esa temporada y la siguiente. En Atocha colgó las botas con 36 años, aunque firmó como jugador-entrenador del Indauchu de Bilbao en la campaña 1955-56, iniciando así una larga carrera en los banquillos.
Sus siguientes destinos fueron el Alavés, el Baracaldo, el Indauchu -en otras dos ocasiones-, el Bilbao Atlético, el Atlético de Bilbao, al que hizo campeón de Copa en 1969, y el Español, al que ascendió a Primera División en la temporada 1969-70. Después de un año sabático, dedicado a sus negocios en Bilbao, Rafa Iriondo llegó al Real Zaragoza el 11 de octubre de 1971 como relevo de Rosendo Hernández, destituido un día antes de viajar a Tenerife, con el equipo en la novena posición y después de una agria discusión con el presidente José Ángel Zalba sobre la lista de convocados, en la que faltaban los veteranos Violeta, Santos e Irusquieta, abiertamente enfrentados con el técnico canario. Juan Jugo se hizo cargo del equipo de forma accidental en el doble desplazamiento a Tenerife y Jerez, aunque Iriondo ya presenció el partido del estadio Domecq (1-0) desde la grada. El quinto ascenso del Real Zaragoza fue verdaderamente milagroso, porque se llegó a la última jornada con el Oviedo ya ascendido y el Castellón, el Elche y el Zaragoza empatados a 48 puntos en su cerrada pugna por las otras dos plazas. El equipo aragonés era, sin embargo, el único que dependía de los demás, por salir peor parado en los enfrentamientos directos. Es decir, tenía que ganar su partido frente al Cádiz en La Romareda y esperar a que fallasen el Castellón (recibía en Castalia a un Mallorca que no se jugaba nada) o el Elche (se enfrentaba en Altabix precisamente al Oviedo). El Castellón ganó 2-0 al Mallorca, pero el Elche no pudo pasar del empate a cero frente al Oviedo, fuertemente primado por el Zaragoza.
Iriondo, un técnico intuitivo y con suerte, que se pasaba los partidos rezando en el banquillo, tuvo la mano izquierda que le faltó a Rosendo Hernández y desde el principio se apoyó en Violeta, Planas y Manolo Villanova para lograr devolver al Zaragoza en un solo año a Primera División. Fue llevado en hombros por toda la La Romareda en el júbilo del ascenso, pero dos meses antes ya se había comprometido con la Real Sociedad, donde continuó su carrera antes de volver a San Mamés y de saltar después al Betis, al que hizo campeón de Copa en 1977 precisamente frente a su Athletic de Bilbao. Sus últimos equipos fueron el Rayo Vallecano y de nuevo el Betis, como relevo de Luis Aragonés en la temporada 1981-82.
Durante muchos años fue propietario de un hotel cercano a San Mamés, de una fábrica metalúrgica y de una tienda de deportes en sociedad con su íntimo amigo Zarra, llamada ‘Irizarra’.
Rafa Iriondo, padre de ocho hijos, falleció en Bilbao el 24 de febrero de 2016, con 97 años.