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REAL MADRID

Benito, el mítico ‘Hacha Brava’

Le apodaron así por sus férreos marcajes y a veces sus duras entradas, siempre cumpliendo la máxima "pasa el balón o pasa el jugador, pero nunca los dos juntos".

Madrid
Benito, el mítico ‘Hacha Brava’

Le apodaron Hacha Brava por sus férreos marcajes y a veces sus duras entradas, siempre cumpliendo la máxima "pasa el balón o pasa el jugador, pero nunca los dos "untos”. Así era Gregorio Goyo Benito Rubio, natural de El Puente del Arzobispo, un pueblecito de Toledo cercano a Talavera de la Reina, donde nació el 21 de octubre de 1946. Desde crío sintió devoción por el fútbol, deporte que empezó a jugar con los Salesianos de Atocha (llegó a ser campeón de España escolar en lanzamiento de jabalina). De ahí pasó al Sabio. Fichado por el Madrid (entró a formar parte de las categorías inferiores con apenas 16 años), fue cedido al Rayo Vallecano por dos campañas (1966-68), para regresar al primer equipo. Martín Landa, su primer entrenador en juveniles, vio en él muchas condiciones y le prometió que le haría internacional si trabajaba mucho para limar algunos defectos. Dicho y hecho. Benito destacó en las categorías inferiores de la selección española con una generación en la que también brillaban otros ilustres como Rexach, y Rojo. El 4 de agosto de 1969 firmaba su primer contrato profesional con el que sería el club de su vida, debutando en San Sebastián, ante la Real Sociedad el 27 de octubre.

Poco a poco se fue ganando la confianza de Miguel Muñoz (le gustaba su valentía para salir al cruce, la agresividad con la que jugaba y se hacía respetar por los delanteros contrarios), hasta ganarse la titularidad en la temporada 1971-72. Le quitó el puesto a su amigo De Felipe, lo que motivó ciertos piques. En esa década de los setenta se ganó la fama, alentada por él mismo, de ser el “central más leñero del fútbol español”. Su manera de jugar, abierta y arriesgando siempre al máximo, le llevó a sufrir cinco operaciones de rodilla, dos de nariz y una de tibia. Eso dice el historial médico de un deportista que jugó siempre en el filo de la navaja. Icono para mucha parte de la afición (le coreaban ‘Benito saca el hacha’ o ‘Benito mata’) se retiró en 1982, con seis Ligas, cinco Copas ganadas y 22 veces internacional, aunque se quedó sin acudir al Mundial de Argentina-78. Para la historia quedan las súplicas de Biri Biri, jugador del Sevilla, que en un encuentro, y debido a las faltas que estaba recibiendo, se giró hacia el madridista y le espetó: “¡Por favor, señor Benito, no me pegue más!”. O su imponente gol de cabeza al Oporto que le daba el pase a los blancos en 1979. Su ilusión era retirarse habiendo conseguido un gol decisivo para el Madrid. Y aquel lo fue.

Tras retirarse, invirtió parte del dinero ganado en el Real Madrid en dos pubs, que montó con un amigo y fueron sede de tertulias futbolísticas. Al poco de retirarse fue relaciones públicas del club. Años después trabajó en la secretaría técnica del Rayo Vallecano, cuando su amigo José Antonio Camacho era el entrenador. Apoyó a Florentino Pérez en las elecciones de 2000 y se ganó que el club le concediera la Laureada en 1979, el segundo jugador por detrás de Pirri en hacerlo. Su homenaje, en 1984, fue triste ya que lo tuvo que posponer dos veces. Se jugó en medio de una huelga de la AFE jugó en septiembre, ante el Tottenham. Sólo acudieron 10.000 personas. El gol lo marcó Paco Bonet, otro central. Descanse en paz.