REAL ZARAGOZA / HISTORIAS DE SEGUNDA (XIV)
Jesús Valdés o ascender cueste lo que cueste
El octavo presidente de la historia del Zaragoza y el primero en ser elegido por unas elecciones de socios compromisarios sacó en 1949 al club del pozo de la Tercera División.
Al Zaragoza Club de Fútbol le costó dos intentos retornar de Tercera a Segunda División. En el primero, quizá por un punto de soberbia, se negó a compartir grupo con los aragoneses Arenas, Escoriaza, Atlético Zaragoza, Huesca, Tauste y Belchite y logró su adscripción al grupo vasco-navarro, donde el Osasuna le privó del ascenso. Y fue a la segunda, integrado en el grupo catalano-aragonés, cuando, gracias a un esfuerzo económico descomunal impulsado por el nuevo presidente Jesús Valdés –“Hay que ascender hasta Primera cueste lo que cueste”-, el Zaragoza resurgió de sus cenizas, abandonó el ‘infierno’ de la Tercera División y puso los cimientos para su regreso a la primera línea del fútbol español en 1951.
Vayan estos apuntes biográficos como merecido homenaje a un presidente que permaneció apenas año y medio en el cargo, pero absolutamente fundamental en la historia del club.
Jesús Valdés de Guzmán nació en Madrid el 28 de abril de 1903. Médico traumatólogo y cirujano general. Hijo del general de la Guardia Civil Perfecto Valdés Díaz, destinado a Zaragoza en 1919, Jesús Valdés se licenció en Medicina en la Universidad de Zaragoza, y muy pronto se reveló como un magnífico deportista. Gran aficionado al fútbol, pero entusiasta, sobre todo del atletismo, se hizo socio del Iberia Sport Club por contagio de su inseparable Julián Abril, compañero de carrera y apasionado seguidor ‘avispa’. Y en la sección de atletismo del Iberia dio Valdés sus primeros pasos, algunos sobresalientes como cuando en el campeonato regional oficioso durante las Fiestas del Pilar de 1922 elevó el récord de salto de altura hasta los 1,62 metros. Jesús Valdés dominó esta especialidad en Aragón durante 23 años, pero también sobresalió en triple salto, salto con pértiga, 80 metros vallas y 400 y 800 metros lisos.
Destacado impulsor de la Federación Aragonesa de Atletismo, presidiéndola tras su constitución el 26 de mayo de 1923 hasta el 3 de octubre de 1923, cuando le relevó el doctor Julio Pérez Larrosa y quedó como vocal de la junta directiva, Valdés pasó ese mismo año del Iberia a la Sociedad Deportiva Universitaria, por su condición de estudiante universitario. En abril de 1924, en las pruebas de preselección para los Juegos Olímpicos de París, alcanzó los subcampeonatos de España en salto de longitud (1,69) y salto con pértiga (2,89) y el cuarto puesto en triple salto (12,13 metros).
La causa de sus triunfos atléticos, según Valdés, se debía únicamente al género de vida que llevaba, al revés que la inmensa mayoría de los "jóvenes modernos, que se van para abajo por la pendiente que empieza con el vicio y termina por la degeneración”. Por el contrario, la dirección que se propuso seguir comenzaba con la educación moral y finalizaba por la educación física; siempre guiándose por el aforismo del periodista e historiador Román Sánchez ‘Rubryk:’ «La salud no está en la fuerza, la fuerza está en la salud».
Tras completar las especialidades de traumatología y cirugía general en Palma de Mallorca, Jesús Valdés tuvo su primer destino profesional en 1928 en la localidad navarra de Lesaca. Dos años después se instaló en Irún, donde abrió la Clínica Valdés. Y allí le sorprendió el 18 de julio de 1936. De ideología Tradicionalista (perteneció al Somatén -organización complementaria y subordinada al Ejército en el mantenimiento del orden público- durante la dictadura de Primo de Rivera), un grupo de milicianos socialistas le quemaron su chalet del Paseo Colón de Irún y estuvieron a punto de fusilarlo; se salvó de la muerte cuando, entre sus captores, corrió la voz de que había atendido gratuitamente a docenas de pacientes sin posibilidades económicas. Valdés, directivo del Real Unión, siguió al frente de su clínica hasta que el Ejército Nacional entró en Irún el 5 de septiembre de 1936. A partir de entonces, prestó inicialmente servicios en Zaragoza capital en Acción Ciudadana -milicia cívica formada por personas de mediana edad y de reconocida adicción a los sublevados-, y en 1937, tras el Decreto de Unificación de Franco, se afilió a Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Prácticamente toda la Guerra Civil la pasó como capitán médico voluntario en hospitales de campaña del Ejército Nacional, atendiendo y operando a heridos en diferentes frentes, como el del Norte, Cataluña o Madrid. También estuvo una larga temporada destinado en El Burgo de Osma, en el aeródromo que allí construyó la Legión Cóndor. En su unidad médica tuvo como chófer al Marqués de Cubas y como jefa de enfermeras a la Duquesa de Nájera.
A finales de 1939 decidió instalarse definitivamente en Zaragoza con su familia y empezar de cero en su profesión. En enero de 1940 fundó la Clínica Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, en cuyo accionariado se fueron integrando enseguida los doctores José María Vizcaíno, Ramón Comet y Eduardo Teixeira. También se convirtió ese año en el médico del Zaragoza Club de Fútbol, sin pasar un solo gasto. Siempre ligado al deporte, presidió el Centro Natación Helios de 1942 a 1944 y fue vicepresidente de la Federación Aragonesa de Atletismo, en la junta constituida y presidida por Eduardo de la Iglesia el 22 de noviembre de 1947, y socio fundador del Tiro de Pichón de Zaragoza en 1948.
Muy estimado por su bondad y su nobleza, llegó a la presidencia del Zaragoza el 20 de mayo de 1948, cuando, tras la dimisión de Carlos Salvador, se anunciaron las primeras elecciones en la historia del club. Los 50 socios compromisarios designados al efecto propusieron hasta cinco candidaturas: Emilio Ara, Mauricio Murillo, Jacobo Cano, Carmelo Zaldívar y Jesús Valdés. Los cuatro primeros agradecieron la confianza de los compromisarios, pero declinaron el ofrecimiento. Valdés sí lo aceptó en la Junta General Extraordinaria del 15 de mayo de 1948 y no hubo necesidad de votar. Carlos Salvador cesó oficialmente de su cargo el 19 de mayo de 1948 y un día después Valdés accedió a la presidencia y nombró su junta directiva. Ésta:
Presidente: Jesús Valdés de Guzmán.
Vicepresidente 1º: Eduardo Teixeira Gracianeta.
Vicepresidente 2º: José Descartín Burillo.
Secretario: Primitivo Julián Abril Pascual.
Vicesecretario: Francisco Martín España.
Tesorero: Mariano Omist Martínez.
Contador: Carlos Guillén Borruey.
Vocales: Emilio Ara Bescós, Enrique Aubá Forcada, Antonio Blanco Olleta, José Bolsa Salvadó, Carmelo Falces Nogué, Luis Gayarre Lafuente, Julio Giner Gracia, Mauricio Murillo Bailo, Luis Marqueta Roy, Francisco Vera Gracia, Manuel Solano Zaragozano, Jacobo Cano Fernández, Carmelo Zaldívar Arenzana y Julio Ostalé Gómez.
El fútbol en Zaragoza había llegado a un estado enorme de abandono. Y Valdés se hizo cargo de un Zaragoza arruinado y en Tercera División. Pero gracias a su desbordante optimismo y a un sacrificio económico descomunal de su junta directiva logró sacar al club del pozo bajo una divisa histórica: “Hay que ascender a Primera División cueste lo que cueste”.
El Zaragoza, al que pretendieron discutir la supremacía del fútbol aragonés en lucha fratricida el Arenas y el Escoriaza, logró ascender el 17 de abril de 1949 a Segunda División y vio multiplicarse por cinco su número de socios, que el primer año en Tercera era sólo de 809 –sí, leen bien, 809-. Por su labor y dedicación, Valdés recibió el Diploma al Mérito Deportivo de la Federación Aragonesa de Fútbol ese 1949.
Sin embargo, Valdés no tardó en abandonar la presidencia. Conseguido el ascenso a Segunda, lanzó inmediatamente una campaña de obligaciones para comprar y ampliar Torrero con bonos reintegrables de mil pesetas, pero su propuesta no contó ni con el apoyo de los socios ni de la ciudad y, desengañado, presentó su dimisión el 21 de noviembre de 1949, quedando como vicepresidente primero en la junta directiva que conformó un mes después su amigo Julián Abril. Valdés ya había advertido públicamente de su adiós cuando lanzó su iniciativa: “Si no se pone todo en marcha este mismo año, yo dimitiré de la presidencia, porque quiero evitarme la amargura de ver al Zaragoza otra vez en Tercera División”.
Hermano receptor de la Hermandad de la Sangre de Cristo, tuvo nueve hijos de los que le sobrevivieron cuatro.
Jesús Valdés de Guzmán murió en Zaragoza el 12 de agosto de 1966, a los 63 años, de Parkinsson.