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REAL MADRID

Chendo siempre estuvo allí

El actual delegado madridista ha estado presente en todos los partidos que los blancos han jugado a puerta cerrada, bien como jugador, bien como responsable del cuerpo técnico.

Madrid
Chendo, en un lance con Maradona en el famoso partido Madrid-Nápoles jugado a puerta vacía
Diario AS

Sí. Siempre estuvo allí. Quizá no llamase la atención. No era de los más importantes, pero su rol, con el paso del tiempo, le ha convertido en un secundario de lujo en la apasionante trayectoria del Real Madrid. Se llama Miguel Porlan Noguera. Es conocido por su apodo, Chendo ('Chendi' para Zidane). Para muchos, fue el sexto hombre de La Quinta del Buitre. Un exfutbolista que pertenece al club blanco desde que entrase en la década de los 70. Procedente de Murcia, actuó en el lateral derecho desde 1982 hasta 1998, año en el que pasó a ser el delegado del equipo. 

Y sí. Es un elegido que ha vivido en directo los cinco partidos que el Madrid ha disputado a puerta cerrada. Cuatro con el primer equipo y uno con el Castilla, en 1980. Por aquel entonces ya despuntaba. Subía la banda sin problemas y cerraba al atacante rival sin ningún problema. En la temporada 1980-81, el Castilla tuvo el honor de ser el representante español en la Recopa de Europa. Había jugado la final de la Copa ante los mayores, y había perdido 6-1. El sorteo deparó un enfrentamiento con el West Ham inglés. 

El primer encuentro, disputado el 17 de septiembre de 1980, acabó con una sonora victoria de los mirlos blancos 3-1, tras remontar el gol inicial de Cross. Paco, Balín y Cidón le dieron la vuelta en una frenética segunda mitad: marcaron tres goles en 12 minutos, del 64 al 76'. Todo quedaba pendiente para la vuelta. Sin embargo, el comportamiento de los hooligans hammers, provocando altercados en el Bernabéu y alrededores, motivó que la UEFA dictaminase que el encuentro de vuelta se jugase a puerta cerrada. Y allí, en Boleyn Ground, en Upton Park, Londres, jugó 120 minutos de partido. El Castilla caería eliminado en la prórroga, pero esa experiencia nunca se le olvidaría. La UEFA permitió un pequeño cupo de personas (262) en el estadio inglés. 

Su segunda experiencia fue en el Bernabéu… y nada más y nada menos, ante el Nápoles de Maradona, el campeón de Italia. En 1987, la UEFA, inflexible en la década de los 80 tras la barbarie de Heysel (1985), sancionó al Madrid con una dura sanción tras un encuentro plagado de incidentes entre los blancos y el Bayern Múnich: tendría que jugar un encuentro a puerta cerrada y otro a 300 kilómetros de la capital. El bombo dictaminó que los merengues se enfrentarían a los partenopeos en la primera ronda. Y allí, ante apenas 200 personas, los madridistas se impusieron finalmente a los italianos 2-0, con goles de Míchel, de penalti, y de Tendillo. Pero lo mejor de partido lo protagonizó el mismo Chendo: intentó hace un caño al mismísimo Maradona. Al Diego que un año antes se había proclamado campeón del mundo en México. Un Diego que fue sometido a un marcaje imperial por parte del murciano, que le frenó sin cometer apenas faltas. Quedó tan sorprendido por las maneras de Chendo, que le pidió a Valdano poder cenar con él esa misma noche... El mismo Valdano que luego diría: "Fue como si los pájaros se tirasen a las escopetas". 

La tercera ocasión fue en España, en un escenario también formidable: el estadio de La Romareda, en Zaragoza, fue el escenario elegido para poner punto y final a un encuentro que empezó jugándose en el estadio de El Sadar en Pamplona y que acabó disputando en la capital aragonesa unos 50 minutos de encuentro: debido a una serie de incidentes causados en su mayoría por los seguidores más radicales del conjunto rojillo, el Osasuna-Madrid de la temporada 1988-89 se tuvo que suspender al recibir Buyo, meta madridista, un petardazo así como diversos lanzamientos de objetos. El colegiado del encuentro, Socorro González, suspendió el encuentro en el minuto 42. El 31 de enero de 1989, el Comité de Competición decidió que el escenario para dirimir el tiempo restante fuese La Romareda y a puerta cerrada. Chendo disputó ese tiempo (había sido titular en Pamplona), y vio cómo Hugo Sánchez equilibraba el partido con un golazo de falta directa. 

Chendo se retiraría en 1998 siendo campeón de Europa. Pasó a ser delegado del equipo. Y de tal guisa ha vivido otros dos encuentros a puerta cerrada. El primero, ante el Roma, en el Olímpico. El conjunto romanista fue sancionado por la UEFA al ser alcanzado el colegiado sueco Anders Frisk por un objeto lanzado desde las gradas en un partido frente al Dinamo de Kiev. El Madrid también ganó (0-3, goles de Ronaldo y dos de Figo, uno de penalti). Allí ante unas 1.000 personas entre delegaciones de ambos equipos, entradas VIP (sponsors de la UEFA más la gente se servicio (policías, bomberos y técnicos sanitarios)… y diez aficionados blancos, volvía a debutar en estas cuestiones. Allí atendió las peticiones de García Remón, técnico por aquel entonces de la primera plantilla del Madrid. Cambios, anotaciones, instrucciones, todo en un magnífico escenario donde los gritos entre los compañeros se oían incluso a través de la televisión.

El último fue en Varsovia, en un encuentro ante el Legia polaco en 2016. Los hinchas radicales del conjunto polaco, uno de los más violentos de todo el continente europeo, provocaron una batalla campal en el encuentro que su equipo perdió ante el Borussia Dortmund (0-6), en el primer encuentro de la liguilla de Champions. Polacos y alemanes habían quedado encuadrados con el Madrid y el Sporting de Lisboa en el Grupo F, y las sanciones de la UEFA no se iban a quedar cortas: cierre del campo en el encuentro ante el Madrid y una multa económica de 80.000 euros por insuficiente organización y accesos a las gradas bloqueados. Y allí , en Varsovia, a puerta cerrada vio el gol más rápido que ha marcado el Madrid en Champions: Bale empaló un zurdazo que Malarz, meta polaco, no pudo detener.

Chendo estuvo allí. El único protagonista que ha vivido cinco encuentros a puerta vacía de Real Madrid. El hombre que siempre estuvo allí.