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EL BALÓN EN TRANCES HISTÓRICOS (VI)

Fútbol y droga en los 80

El Atlético Nacional y el América de Cali fueron solo dos de los tantos clubes que fueron controlados por narcotraficantes. En Galicia, Sito Miñanco se hizo con su querido Cambados.

Fútbol y droga en los 80

Es imposible cuantificar las víctimas directas e indirectas que se cobró el narcotráfico americano en el último tercio de siglo XX y sería una irresponsabilidad compararlo con la vida de muchísimas personas, pero el fútbol también se vio manchado por el negocio de la droga.

El América de Cali estuvo diecisiete años en la Lista Clinton. Miguel Rodríguez Orejuela, junto a su hermano Gilberto, controlaba el America de Cali. No era el único, y los narcos podían manejaban equipos pequeños y grandes, como máximos accionistas o dirigentes en la sombra. Uno de los más populares es el Atlético Nacional de Pablo Escobar. Hoy casi mitificado por la famosa serie de televisión, fue uno de los capos más peligrosos de la época. Era de los que más movían y la revista Forbes de las cien personas más ricas del mundo desde 1987, el primer año que la revista elaboraba esta lista, hasta su muerte en 1993.

Lograron grandes resultados deportivos, como las tres finales consecutivas de Copa Libertadores del América de Cali o el título de Atlético Nacional en 1989. El poder económico era inmenso y a nadie se le escapaba para qué lo utilizaban. Las amenazas, los sobornos y el miedo que infundían facilitaron todos los marcadores de aquellos equipos.

Algunos de los futbolistas más famosos tuvieron relación con ellos. El portero René Higuita fue, en palabras suyas, "poco amigo" de Pablo Escobar y le visitaba a la cárcel, a donde le llevaron sus relaciones con los narcos durante nueve meses. El América de los Rodríguez Orejuela se reunió con Maradona para intentar ficharle por tres millones de dólares antes de ir al Barça.

Galicia

El narcotráfico era tan poderoso en la Galicia de finales de siglo que los narcos se esforzaban por esconderlo. Sito Miñanco, uno de los mayores capos de la ría de Arousa, se hizo con el equipo de su pueblo, Cambados, de algo más de diez mil habitantes. En otros capítulos de este serial de reportajes hemos visto cómo se utilizaba el fútbol para lavar la imagen y hacer propaganda, pero en este caso los narcos ya tenían a todos en la palma de su mano.

Lo cuenta Nacho Carretero en su fantástico libro Fariña: "El perfil de gran capo tenía que completarse con el fútbol. El Club Juventud de Cambados no sería uno de los equipos más conocidos de Galicia si no fuera por Miñanco". "Al inicio de cada campeonato Sito ponía 30 millones de pesetas (180.000 euros) encima de la mesa y el Juventud planeaba la temporada con salarios para los jugadores superiores a los del Deportivo o el Celta de Vigo". "Cuando el presi estaba en Cambados, el equipo llegaba al campo a bordo de su yate". "En pretemporada Miñanco se llevaba al equipo de gira a Panamá y Costa Rica".

Este modesto equipo dejó de serlo y ascendió de Preferente a Tercera y de Tercera a Segunda B (con 47 puntos por encima del segundo) tan rápido como las planeadoras de la época. En esas categorías, con ese presupuesto, esas botas, esos balones... simplemente estaban a otro nivel. Hoy el Cambados pelea en las categorías del fútbol autonómico lejos de su vergonzoso pasado, del que no dudan en desmarcarse. En 2018, cuando se refirieron a Brais Méndez como "el hijo del delantero del Fariña FC" (el padre del jugador del Celta es Modesto Méndez 'Pupi'), el club salió con un comunicado expresando su indignación: "El CJ Cambados es un club con más de 50 años de historia y que tiene detrás socios, patrocinadores, jugadores, directivos y todo un pueblo que merece ser tratado con más respeto". Unos años que la sociedad y el fútbol gallego desearían olvidar.