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EL BALÓN EN TRANCES HISTÓRICOS

El fútbol como enemigo

La I Guerra Mundial paró todo el deporte excepto la Football League de Inglaterra. Hoy en día, la Premier sigue recordando a los caídos con amapolas en noviembre.

Soldados de la I Guerra Mundial observan desde la banda cómo sus compañeros de filas juegan al fútbol.

Reino Unido fue una de las primeras potencias en entrar en la I Guerra Mundial. No dudó en ser parte principal del bando aliado y mandar a sus ciudadanos a hacer frente a las Potencias Centrales desde el estallido del conflicto en el verano de 1914.

Como no podía ser de otra manera, el contexto europeo llevó a la obligación de suspender todos los eventos deportivos de las naciones implicadas. Se suspendió todo el deporte (JJ OO, Wimbledon, Tour de Francia…), pero el fútbol británico tardó más de lo debido con el objetivo de mantener alto el ánimo de la población. Si bien las cuatro siguientes ediciones no llegaron a comenzar, la temporada 1914-15 se jugó completa con el campeonato para el Everton y el descenso del Tottenham (la FA Cup la levantó el Sheffield United). Los futbolistas no estaban obligados a ir a la guerra, aunque por condiciones físicas y edad eran ideales para ser llamados a filas. La decisión de ser enviados a luchar o no la tomaban los clubes. La opinión pública era muy crítica con estos privilegiados. Uno de los soldados que estaban sirviendo en Francia publicó un artículo en un periódico inglés denunciando la situación y se le llegó a sugerir al rey Jorge V que le retirase el apoyo a la Federación. Arthur Conan Doyle, quien pasó a la historia por ser el creador del personaje de Sherlock Holmes y en cuya juventud se dedicó a defender la portería del equipo de Portsmouth, estaba en la misma línea de pensamiento y dejó una reflexión que puso la cara colorada a todos los que evitaban luchar por su país con la excusa del deporte: "Ya hubo tiempo para jugar al fútbol, los negocios y la vida cotidiana. Ahora sólo es tiempo de guerra. Si un futbolista tiene fuerza en las piernas para jugar al fútbol, déjale que corra en el campo de batalla".

A muchos de ellos no les quedó otra salida que aceptar el llamamiento de su ejército y algunos hasta terminaron siendo condecorados. El XVII y el XXIII Batallón de infantería del Regimiento de Middlesex fueron los llamados Football Battalion. Grupos de soldados formados, principalmente, por futbolistas. Los jugadores podían volver el sábado para jugar su partido de liga, pero el Ejército no estaba dispuesto a cargar con los gastos de los desplazamientos y estos los pagaban los propios clubes. Árbitros y directivos también se fueron uniendo. El segundo batallón mencionado, el número 23, fue liderado en el frente italiano por el primer oficial negro, Walter Tull, mediocentro del Northampton hasta 1914, quien terminó muriendo en el frente del norte de Francia.

El fútbol tuvo su protagonismo incluso en el propio campo de batalla. Más que conocida es la historia de los soldados alemanes y británicos en la Tregua de Navidad de 1914, cuando detuvieron la batalla para cantar villancicos juntos, compartir mesa, cigarros y jugar alguna pachanga de fútbol (duró hasta que este comportamiento llegó a oídos de los dirigentes de cada bando). La UEFA ha reconocido este hecho con homenajes en la zona donde se disputó el partido. Incluso hay una curiosa historia de cómo el oficial británico Wilfred Neville decidió patear balones de fútbol (en alguno había escrito frases como "sin árbitros") para indicar el inicio del ataque a sus soldados.

Las federaciones británicas llegaron a abandonar la FIFA durante unos años después de que el organismo mundial reconociese a los países del bando de las Potencias Centrales. Fue una época muy convulsa para la FIFA con el fallecimiento de su presidente Daniel Burley Woolfall en 1918.

Uno de los gestos que se pueden seguir viendo en nuestros días es el homenaje que hace la Premier League en las jornadas que quedan alrededor del 11 de noviembre, el Día del Recuerdo en el Reino Unido. Todos los equipos llevan un parche, por lo general en el centro del pecho, con una amapola roja en honor a los soldados caídos en combate. Es un movimiento general de toda la sociedad británica a la que también se une el fútbol.