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BARCELONA

El vestuario, entre la resignación y la preocupación

La plantilla se enteró antes de salir a entrenar que el partido ante el Nápoles será a puerta cerrada. Una decisión que provocó más de un comentario dentro del vestuario.

La plantilla del Barcelona, con Braithwaite que no podrá jugar ante el Nápoles.
GORKA LEIZADIARIO AS

Rostros de preocupación de los jugadores cuando saltaron al campo de entrenamiento de la Ciutat Esportiva Joan Gamper. Motivos no les faltaban: se acababan de enterar que el partido de vuelta de la eliminatoria de octavos de final de la Champions ante el Nápoles será a puerta cerrada en el Camp Nou. Fue el delegado, Carles Naval, quien informó a la plantilla de la decisión que había consensuado el club junto a la Generalitat en una reunión convocada a primera hora de la mañana.

La noticia fue recibida con estupefacción por parte de los jugadores y el staff técnico. Si bien es cierto que los antecedentes invitaban a pensar que el partido acabaría siendo a puerta cerrada -tanto el Valencia y el Sevilla juegan sus partidos europeos contra Atalanta y Roma a puerta cerrada-, los blaugrana aún albergaban un poso de esperanza de que el club pudiera convencer a los responsables de Sanitat para jugar el partido con público.

Y es que el vestuario considera que favorece claramente al Nápoles el hecho de no poder jugar la vuelta en casa con tu público, sobre todo teniendo en cuenta que la ida se jugó con un San Paolo a reventar. Con un resultado tan peligroso como engañoso, 1-1, los jugadores blaugrana se sienten los claros perjudicados de esta situación. De ahí que más de uno recibiera la noticia con indignación, consciente que el factor campo perdía parte de su peso y que la eliminatoria se complicaba sobremanera.

De hecho, para muchos no será la primera vez que juegan a puerta cerrada y sin público. Ya lo hicieron el 1 de octubre del 2018 ante Las Palmas en LaLiga, y pese a la victoria, 3-0, para muchos se trató de una experiencia desagradable y que no querían volver a vivir. Hay que recordar que aquel día, la plantilla tomó la decisión de jugar el partido, aunque en ningún caso fue mayoritaria, pese a los incidentes vividos en Catalunya por el intento de referéndum de autodeterminación. Aquel día, los jugadores no quisieron arriesgar la pérdida del partido y la correspondiente sanción por no presentarse y finalmente se disputó el encuentro.

Dos años y medio después, el Barcelona volverá a jugar un partido a puerta cerrada. Pero ahora el contexto es bien distinto, ya que se trata de un virus el que cierra las puertas del Camp Nou. Y además con un partido donde está en juego la continuidad en Europa, y con bajas importantes, como las de Sergio Busquets y Arturo Vidal, sancionados, además de los lesionados Ousmane Dembélé y Luis Suárez, y la no inscripción de Martin Braithwaite.

De ahí que en el vestuario haya dejado con muy mal cuerpo esta decisión. Eso no quiera decir que la entiendan, porque consideran que la salud y la prevención es lo primero, pero consideran que el club no ha explorado todas las alternativas para poder jugar el partido con público. Jugarse unos octavos de Champions, con tantas bajas y sin tu público para que te lleve en volandas, puede convertir esta eliminatoria en una trampa mortal.

Aunque alguno también intentó restar un poco de dramatismo a la situación y recordó a sus compañeros que "ahora ya podremos pasar el balón atrás a Marc (Ter Stegen) sin que nos piten". Lo que parece claro es que quien no se conforma es porque no quiere...