Cuando Borja Sánchez entró en escena el pasado domingo, el Tartiere salió de su letargo. Estaba el público en ese momento de dudas por el resultado momentáneo de empate que dejaba a los azules en una posición más que incómoda en el campo. Pero la irrupción del canterano desató los ánimos de los seguidores. Más aún cuando Borja pidió cada pelota que pasaba por sus inmediaciones para mostrar el tipo de futbolista que es.
En el ambiente mas tenso de la temporada, Borja demostró que está preparado para el mayor desafío en lo que va de su incipiente carrera: sacar al Oviedo del atolladero. Lograr la salvación. “No es fácil salir a jugar en el Carlos Tartiere. Sales nervioso, vienes de mes y pico en el que no tienes demasiados minutos y no es fácil, pero tienes que asumir la responsabilidad porque el equipo te necesita. Traté de pedir los balones y de generar ocasiones”, resume con sencillez el centrocampista.
La oportunidad de reivindicarse llegó tras el periodo más oscuro de la temporada para él. Tras destacar como uno de los talentos emergentes del Oviedo en la primera vuelta, tras el descanso invernal había pasado a un segundo plano para Rozada. La situación pareció agravarse con la llegada de Ziganda, que le dejó fuera de la lista en el estreno del técnico en Lugo. Pero por fin llegó su oportunidad. “Pasé a un segundo plano por diversas circunstancias. El equipo necesitaba otra cosa, los resultados no llegaban y pasamos a jugar con dos delanteros de inicio. Asumí mi rol en el equipo, es lo que tocaba. Lo más importante es el equipo; que siga sumando, porque lo que necesitamos son victorias”, defiende el canterano azul.
De cara a la cita en Almendralejo, Ziganda le da vueltas a la cabeza con sus opciones para el once. Borja es una seria alternativa para el equipo titular, aunque el sistema con dos delanteros (Ortuño y Rodri han sido sus elegidos en los dos primeros encuentros) le resta opciones. Berjón y Sangalli en las bandas también parecen fijos para el navarro.