Jade Boho (Valladolid, 33 años) lleva toda la vida marcando goles. "Nací ya con el balón", dice, pensando en el origen de su pasión. Tenía sólo tres años cuando vio a su hermano mayor jugar por primera vez. Fue un flechazo, el principio de una historia de amor que desembocó en una carrera de éxitos y una trayectoria que merece la pena contar. La hispano-ecuatoguineana lo ha ganado casi todo: tres ligas y una Copa de la Reina con el Rayo Vallecano, un campeonato europeo Sub-19 con La Roja y una Copa de África con el país que su madre dejó cuando tenía 13 años. Hoy sigue con la misma ilusión del principio, en el Logroño , y es la cuarta mejor goleadora del la Liga Iberdrola, con 11 tantos, sólo por detrás de Jennifer Hermoso, Asisat Oshoala y Oriana Altuve.
Su talento se desarrolló prematuramente. A los 13 años ya competía con el primer equipo del Orcasitas , en medio de jugadoras mucho mayores que ella, “con las ganas de aprender”. Dio el primer salto a los 16, en el Torrejón , en primera división, antes de marcharse al Rayo , donde inició su racha de trofeos. El triunfo con la selección española es uno de los dos momentos que destaca de su larga carrera. Algo que nunca se había conseguido para el fútbol femenino nacional, aunque fuera en la Sub-19. Jade suponía que ese logro representase el primer escalón hacia la absoluta. Sin embargo, fue todo lo contrario: "Tengo una espina clavada porque mis compañeras de Sub-19 tuvieron la oportunidad de poder probar con la absoluta y de demostrar si valían. Aún siendo una jugadora clave y titular indiscutible se me dejó apartada. No sé por qué. Me encantaría saberlo. Pasaron años esperando una oportunidad y de repente apareció Guinea Ecuatorial ", cuenta.
La delantera del Logroño nació en Valladolid pero a los tres meses su familia regresó a Madrid. Por ello, siempre se ha sentido madrileña. Más allá de España, nunca imaginó reconectarse con sus raíces, en Guinea Ecuatorial , que parte de su familia había dejado por los que define “problemas políticos”. Sólo comenzó a planteárselo cuando recibió una llamada telefónica: "Me llamó Benjamín Zarandona [exjugador de Valladolid y Betis] y fue gracioso porque en aquella época estaba con la gente de mi equipo siempre de cachondeo, mucha risa, mucha broma. De repente me llama él y me dice: 'Soy Benjamín Zarandona' y yo le contesto: 'Sí, y yo Mariah Carey', porque pensaba que me estaban haciendo una broma mis compañeras. Quedé encantada y creí en sus palabras, me transmitía mucha confianza".
Aquello fue el segundo momento que Jade destaca, incluso por encima de la victoria con España. Había esperado una convocatoria en la absoluta siete años, hasta perder la esperanza. De repente, otra oportunidad y otro desafío. Descubrió un mundo nuevo, el de su madre, donde el fútbol femenino tenía mucha fama y se acostumbró a un éxito inesperado. Ganó, como si no, la Copa de África , y en 2011 ya estaba en Alemania para disputar su primer campeonato del Mundo. Sin embargo, un error burocrático se lo quitó abruptamente. Guinea se olvidó de enviar un fax a la FIFA en el que se anunciaba que Jade Boho ya dejaba de ser jugadora de España. No lo hicieron y el máximo órgano del fútbol mundial sancionó a la delantera con 10.000 euros y tres meses sin poder jugar o entrenarse. "Me dio una depresión de caballo", afirma.
Tres años después, el Atlético de Madrid le dio otra gran decepción. Rechazaron renovarle el contrato y pensó seriamente en retirarse. Su familia y su novia, Aroa, la convencieron a seguir luchando: "Volví al Rayo otro año pero sentía que algo me faltaba, me sentía estancada y todo me parecía muy mal y llegué a agobiarme muchísimo. Ahí me dije que a lo mejor era el momento de dar un paso más allá y probar en una liga profesional", relata.
Jade dejó los clubes de Madrid, donde había militado toda su carrera, para trasladarse a Bristol , en Inglaterra. Mejores condiciones laborales, campeonato profesional y muchos goles, 9 en 8 partidos. Pese a esto, no pudo salvar su equipo, que ese mismo año descendió. Pero su experiencia no terminó ahí. Firmó con el Reading y volvió al Reino Unido con Aroa , que la acompañó durante toda la temporada. Después de esa etapa sentía que ya se había demostrado a sí misma lo que necesitaba saber.
Vieja vida, mismos goles. Su año en el Madrid CFF estuvo marcado por el recuerdo del doblete a su exequipo, el Atlético. Un evento especial porque se tratan de los dos primeros tantos anotados en el Wanda Metropolitano. Un experiencia "que no sabría describir con palabras", afirma. Este año Jade es la líder del vestuario del Logroño, donde se encuentra por su segunda temporada consecutiva. A veces echa de menos "el caos de Madrid" , aunque le gusta el ambiente de la capital de La Rioja. Pero ahí está su familia, ahí está Aroa, y ahí le gustaría volver cuando su carrera acabe. Prevé que esto ocurra en tres años, pero su cuerpo técnico se ríe: "Si te cuidas bien como estás haciendo, puedes aguantar cinco años más", le dicen.
El Logroño marcha séptimo en la tabla y Jade asegura que en unos años ya podría competir con Atlético y Barcelona "si siguen haciendo bien las cosas". Se siente feliz: "Lo que estoy viviendo aquí, cuando lo deje voy a llorar mucho. La clave de que yo pueda llevar 11 goles, a parte de lo que tengo detrás, que mis compañeras son fantásticas, es el cuerpo técnico, la directiva que ha confiado en mí y que me ha dado el brazalete de capitán", cuenta conmovida.
En su larga trayectoria, la delantera ha vivido los grandes cambios del fútbol femenino. Desde niña, soñaba con que los partidos fueran televisados y que los periódicos y las radios hablasen de ellas. Era algo imposible, pero se ha conseguido. Se volcó completamente en la lucha por el convenio colectivo, para seguir avanzando. También se ha logrado.