BARCELONA

La mili de Riqui

El joven centrocampista blaugrana evidenció en Ibiza que hay que seguir teniendo paciencia con él y frenar la impaciencia de sus devotos . Un talento innegable, pero con falta de kilometraje.


 
 19/01/2020 ONLY FOR USE IN SPAIN
Santi Giménez
Nació en Barcelona en 1968. Estudió Ciencias de la Información y Filosofía. En 1988 entró a trabajar en la revista Barcelona Olímpica, en 1990 en el diario Las Noticias. Tras cerrar ambos medios se incorporó al Diario de Barcelona en 1990, que no cerró hasta 1994. En 1994 entró en SPORT. Se incorporó al Diario AS en 2010, donde es Subdirector.
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Riqui Puig se ha convertido, a pesar suyo seguramente, en un símbolo del Barcelona. A sus 20 años se le señala como el banderín de enganche de una manera de jugar al fútbol que se estaba perdiendo en Can Barça y se exige su presencia como un claro síntoma de que los tiempos están cambiando respecto a la liquidada era Valverde, entrenador que sólo le tenía en cuenta para las prácticas y le mantenía en el filial.

Con Setién la situación ha cambiado y Riqui entró en la convocatoria del primer partido que dirigió el cántabro ante el Granada, ingresando a falta de 20 minutos y participando en el gol decisivo ante un Granada en inferioridad. Dejó una buena sensación que el eco de sus incondicionales elevó a partidazo determinante.

Subidas a esa ola, las expectativas de cara al partido de Copa ante el Ibiza eran máximas. Riqui apuntaba a titular e iba a jugar al lado de De Jong. Nada podía salir mal. Pero salió. En un partido ante un rival de Segunda B, categoría en la que milita Riqui, el futbolista blaugrana se vio superado por la ocasión. Nada raro en un jugador de su edad. Algo preocupante para los que les han elevado a los altares sin hacerle ningún favor.

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Riqui tuvo un mal partido que más allá de las estadísticas, le retrató en la jugada del primer gol del Ibiza, en la que no supo leer la subida del centrocampista que tenía a su cargo e incluso pareció que le facilitaba el disparo con su timidez a la hora de interponerse en la trayectoria del balón. Circunstancia extraña en él, porque si algo ha demostrado en Segunda B Riqui, es que es un jugador que nunca se esconde. No obstante, ahí quedó claro que a Riqui le falta mili y kilometraje.

Su talento es innegable, su calidad, también, lo que es discutible es el oropel y la fanfarria que condenan a un recluta a ser Napoleón en cada una de sus actuaciones.

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