José Galán: "En Arabia son unos locos del fútbol y además saben"
José Galán (León, 1986) pasó por la cantera del Atlético y hoy podría ser cicerone del Cholo en la Supercopa. Jugó en Arabia en 2019. Esto van a encontrarse allí los equipos.
Es el español que ha jugado en más países extranjeros, 13. Entre ellos, Arabia...
Sí (sonríe). El año pasado. De finales de enero hasta junio.
¿Y cómo llegó allí?
Después de pasar por la cantera del Atlético (de 2005 a 2007) jugué en el Almería B (hasta 2010), donde coincidí con Hugo López. Hemos seguido en contacto todos estos años. Y él firmó por el Al Jabalain justo antes, con un entrenador rumano, Motroc Florin, que había entrenado al Shabab Al Ordon, mi equipo en Jordania (2015), y me conocía también. Yo estaba acojon...
¿Por?
Porque entonces yo jugaba en el Al Shamal SC de Qatar, país que tiene un bloqueo con Arabia. Tan tensos estaban que casi entran en guerra por su relación con Irán. De hecho, Arabia no les deja volar sobre su territorio, no puedes hacerlo directamente de un país a otro. De Madrid a Doha tardas una hora más porque debes volar por arriba y no por Arabia.
Y usted iba de Qatar, claro.
Pues fíjate, gracias a que conocía a un chico español que estaba en la Federación y me ayudó con todos los trámites. Pude jugar a los tres días. Fue pasar las pruebas físicas y debutar.
¿Notó mucho contraste?
Algo que me llamó la atención nada más aterrizar es que todas las mujeres van de negro. Absolutamente todas cubiertas. Lo máximo que le puedes ver son los ojos. Con un niqab que les tapa la cabeza y un vestido negro que se llama abaya. Algunas llevan incluso guantes, para que no se les vean las manos. Eso te choca mucho. Te da bastante respeto. En el avión no te pueden sentar con una mujer al lado. Si hay una, te cambian.
¿Qué le parece que se juegue allí la Supercopa de España?
Arabia es un país que se está intentando abrir bastante. Con el nuevo príncipe, Mohamed Bin Salmán, más liberal. Es la primera vez que se han abierto al turismo. Antes no podías ir sin una visa especial, si no te invitaba el Gobierno o una visa de trabajo.
¿Cómo es Jeddah, la ciudad que la acogerá?
Yo vivía en Hail, a 900 kilómetros, pero Jeddah es la ciudad más abierta de Arabia Saudí, más que la capital, Riad. Esto ayuda a que los extranjeros puedan ir bien.
¿Y las mujeres?
Pues, fíjate, cuando yo estuve, Paloma, mi mujer, no hubiera podido ir a visitarme si no hubiésemos estado casados. Lo primero que me preguntaron en el club fue: "¿Estás casado?". Si no, no podía venir a verme. Como lo de conducir. ¡No podían hasta 2018! Paloma, cuando vino a Arabia, iba con la abaya y un hiyab (pañuelo que tapa el cabello). E, incluso, por llevar la cara al descubierto, ya la miraban diferente por la calle. Hombres, sí, pero mujeres aún más.
¿Qué es lo más extraño que a usted le ha pasado allí?
Los fines de semana no podía entrar en el centro comercial con mi compañero de equipo: si vas con amigos no puedes. Es sólo para familias, parejas. De hecho hay muchas tiendas en las que pone Family Only, y un hombre solo no puede entrar. De ropa interior, mujer, colonias. A mí una vez me echaron de un centro comercial por ir en pantalón corto, después de entrenar. Me dijeron que qué hacía, que estaba exhibiéndome.
¿En serio?
Y otra vez, en una cafetería a la que iba yo siempre por las mañanas, en Hail, se me acercó una mujer a preguntarme que de dónde era, porque vio que yo era extranjero, y de pronto apareció un hombre gritándome en árabe. Yo no sabía apenas árabe y no entendía qué pasaba. Los de la cafetería, que me conocían, intervinieron. Le dijeron a él que era cliente habitual, que no pasaba nada. Eran jóvenes y los jóvenes allí tienen otra mentalidad. Lo que el hombre me increpaba, me explicaron, era que estuviera hablando con esa mujer. "¿Acaso la conoces? No puedes hablar con mujeres si no las conoces".
¿Tanto es? ¿De verdad?
En los restaurantes y casi todas partes hay dos entradas, dos zonas separadas por un tabique: una para familias y otra para hombres. Las cafeterías se separan con mamparas. Y los trenes. Es por si las mujeres quieren destaparse. Allí pueden. Es privado.
¿Cómo es allí la vida?
Abren todo muy tarde, hacen la vida de noche. Por estar más aclimatados cuando llega el Ramadán, que comen de noche. El último rezo es a las 05:30. Hay cinco al día y son sagrados, pero sagrados de verdad. ¡Yo llegué a quedarme encerrado en el Carrefour con la compra! Porque me pilló el rezo y cierra todo. Bajan las trapas, nadie te atiende, toda la ciudad se queda quieta hasta que termina. Alguna vez el de mediodía me coincidió entrenando, con un partidillo, y hasta el balón se paraba. No puedes tocarlo hasta que acabe el rezo. Tienes que esperar.
¿Y cuándo hacía la compra?
Yo iba de 19:15 a 20:30, pero a veces no me daba cuenta de la hora y me pillaba dentro. Muchas tiendas te echan. O te dejan dentro. No puedes hacer nada mientras dura. Otros rezan ahí. Todos los centros comerciales tienen un área destinada a ello. Todo gira en torno al rezo.
Alcohol, se sabe, nada. ¿Y fumar?
Allí está prohibido. Hasta las shishas. Ellos quedan en una especie de jaimas rodeadas de dátiles, y toman té, y café. Y ven fútbol. A todas horas. Como en España, pero siempre sólo los hombres.
¿Cómo son?
Muy hospitalarios. Comes con la mano derecha, hacerlo con la izquierda es una falta de respeto. Y allí casi todo siempre se come con las manos. A mí, cuando llegué, me recibió la directiva del Al Jabalain y me invitó a comer un cordero, muy rico, y me ofrecieron el testículo del cordero, que para ellos es la mejor parte, como un presente que no podías rechazar.
¿Y se lo comió?
Sí. Por señal de respeto. Para ellos está feo rechazarlo. No estaba tan malo como pensaba, la verdad. Tiene un sabor fuerte a cordero y a hígado.
¿Se sigue mucho el fútbol?
Mucho. E increíblemente el fútbol local. La Saudí es la que más nivel tiene de Oriente Medio, con su propio Madrid-Barça, el Al Hilal-Al Nassr. Por LaLiga hay locura, más que por la Premier. ¡Te preguntaban por jugadores del Villarreal incluso!
¿Sí?
Y del Espanyol. Los conocen a todos. Y saben de fútbol, además. Tienen bastante historia. Me llamó mucho la atención.
No le sorprende entonces la Supercopa allí.
No. Va a ser un éxito seguro. Arabia tiene buenas aficiones, animan bastante. Que pueda entrar la mujer además va a ayudar. Es un paso importante para el fútbol y para la apertura del país.
¿Le gusta a ellas el fútbol?
No lo sé. No hablé con ninguna. Por mi bien... Eso sí, lo que los hombres saben es una locura.
¿De reconocer y parar por la calle?
Mira, yo en mi día libre siempre cogía el coche y me iba con la cámara a ver sitios, a hacer cosas. Una vez me fui a Al Jubbah, una ciudad con unas pinturas rupestres del Neolítico. Allí me vieron y me reconocieron como futbolista del Al Jabalain. Y había en un taller de coches un señor que sabía que yo había jugado la final de la Copa de Austria contra Mané, el del Liverpool, y me había visto en una foto en Twitter, o Instagram, con Jonathan Soriano que, como yo, en enero había firmado por el mejor equipo del país, el Al Hilal...
¿Y qué pasó?
Que me abrieron las puertas de sus casas, me presentaron al alcalde, me llevaron a hacer fotos. ¡No sabían qué darme! Faros xenón para el coche, pinzas, luces... Lo que fuera, para mostrarme su hospitalidad. Se me ocurrió decir que me gustaban los dátiles, que allí son increíbles, y me dijeron: "Abre el coche". Y me trajeron cuatro sacos llenos, diez kilos. Arabia es de los países más hospitalarios en los que yo he jugado.
¿Se habla inglés?
Muy poco. Casi nadie lo habla. Te diría un dos por ciento. Y el tráfico en las ciudades es muy difícil. Nunca vi a gente conducir más loca. Veías cada día muchísimos accidentes.
¿Cómo es el fútbol en los estadios?
No había ninguna mujer. Y eso te chocaba mucho. Ves todo hombres vestidos con túnicas blancas. Con tambores de percusiones y muchas bengalas, que les gustan mucho. Encienden muchas, que no sé si están prohibidas pero sí que se ven mucho en los estadios. Pero mujeres, ninguna. Fíjate, mi madre, cuando estuve en Qatar y en Jordania, sí fue a verme, era menos complicado que me visitaran que en Arabia, por el visado, y seguramente fuera la única mujer que había en el estadio.
¿Sí?
En ningún país musulmán de Oriente Medio suelen ir mujeres al campo que yo sepa. Ni en Qatar ni en Jordania ni en Arabia. En Indonesia, sin embargo, también musulmán, sí. Mi mujer, Paloma, cuando me visitó fue en el parón y tampoco entró. Pero, fíjate, estos partidos de la Supercopa van a estar muy bien para abrirles las puertas del fútbol a las mujeres en Oriente Medio, que haya presencia de mujeres occidentales en ellos, trabajando. Para, poco a poco y de mucho en mucho, como con lo de conducir, el país se vaya abriendo y ellas ganando derechos. Arabia es el país más puro con el islam y el más estricto con las mujeres.
¿Y cómo vive un futbolista extranjero el Ramadán allí?
Uf. Para ellos se hace duro. No pueden comer durante el día. Ni beber. Sólo cuando se va el sol. Pero a nosotros, un brasileño, un rumano y el otro español, nos servían en el hotel comida antes del partido. A Hugo López y a mí nos pasó una anécdota con el Ramadán... (ríe).
Cuente, cuente.
Pues resulta que teníamos un viaje en autobús, desde las 08:00, de muchas horas. Y ni yo ni el otro futbolista español del equipo bebíamos agua por respeto, por solidarizarnos con el resto, que no podían. Ves que ellos están KO y que aguantan, pues tú igual. Pero teníamos una sed... ¡Terrible! Entonces, el autobús se paró para hacer un descanso, se bajaron todos corriendo... ¡Y se pusieron a comer y beber! Hugo y yo nos miramos, fuimos detrás, gritándoles. "¿Pero qué hacéis? ¡Que estáis pecando todos!". Nos asustamos al verles... Pero es que, si en el Ramadán estás de viaje, sí puedes comer. Lo dice el Corán. Imagino que será por cómo debían ser los viajes antes, en camellos, por el desierto. Sólo que después tienes que recuperarlo. Y nosotros: "Pues ya lo podíais haber dicho antes, ¡que llevamos seis horas sin beber agua por vosotros!".
Tremendo.
"Lo mejor es hacer la vida que hacen ellos", me dijo Hugo López cuando empezó el Ramadán. Y es verdad. Entrenas por la noche todo el mes, entre las 00:00 y las 02:30, y al final acabas con el sueño cambiado. Te tienes que aclimatar. Pero ya te digo que, en el Ramadán, con nosotros se portaban muy bien. Nos ofrecían comida aunque fuera a escondidas. Yo nunca tuve un problema en Arabia. Eso sí, otra cosa curiosa. Por la calle me solían preguntar, al verme, si era español. "Sí". "¡Nosotros allí tuvimos Al Andalus…", decían. "¿Y eres musulmán?". "No. Cristiano". "Ah vale". Mientras no digas ateo…