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VILLARREAL 0 - ATLÉTICO 0

El Atlético sigue en transición

Pudo ganar, como el Villarreal. Pero ninguno lo hizo y ambos se alejan de sus objetivos. Chukwueze y João fallaron en la definición en un partido abierto, loco.

Madrid

Era una vez el Atlético un equipo que pisaba la hierba y ya amenazaba, sólo con eso. Era una vez el Atlético un dolor de cabeza, como ir al dentista, un frontón. Era una vez el Atlético un equipo que acumulaba 18 remates y lograba, al menos, un código binario. Eran ayer dos equipos con muchas heridas los que saltaron a La Cerámica, pero ninguno fue capaz de cosérselas y dejar de sangrar. Y eso que lo intentaron. Ambos. De todos los modos posibles. No había pasado ni un minuto y el Villarreal ya acumulaba una contra, un córner y dos ocasiones. Así sería todo, los 90 minutos restantes.

Llenó Calleja su centro del campo de energía, con Iborra, Trigueros y Anguissa, y una avispa arriba, Gerard. Lo hizo el Cholo con el plan con el que, hace muchos partidos, comenzó la temporada: muchos hombres por dentro y las bandas como autopistas para Arias y Lodi. Pero es una fiera la rojiblanca sin colmillos. Lo intenta (y al menos lo intenta), pero no muerde. La foto es João Félix en este partido. Replicó el inicio del Villarreal sumando dos primeras ocasiones. Una no logró rematarla. La otra sí, pero alta. Ambos equipos corrían como lo hace quien se juega la vida. El partido fue muy abierto desde el principio. Pero olvidó Simeone algo: el Villarreal resulta letal con espacios. Y todo lo convertía en ocasiones. Amenazó Gerard a Oblak con un disparo que se fue desviado. Respondió João Félix con un poste. Buscaba el Atleti crecer alrededor de los balones largos y las pérdidas rivales pero presionando sólo con los ojos. Se acomodó el Villarreal y se metió al Atleti en un laberinto. De pronto todos los hombres por dentro del Cholo sólo encontraban pasillos cegados por mucho que João Félix jugara, pidiera galones, balones y anduviera con la linterna encendida.

Una vaselina del portugués que se marchó alta fue su última amenaza antes de que su equipo comenzara a desintegrarse atrás, y eso que Hermoso, Felipe y Arias, en ese orden, fueran los mejores hombres del Cholo. Pero se iba llenando de grises el cielo sobre Oblak. Porque el Atlético en su transición perdió el gol y ayer también la identidad. Se fue su solidez, no está. Quizá ya sólo habite en el fondo de las maletas de Gabi, Tiago, Godín, Juanfran, Filipe y Raúl García. Ahora es débil atrás, poroso, tiembla a balón parado. El Villarreal acumulaba ocasiones y córners colgando de su cuello un pase VIP al área de Oblak. El portero combinaba una mano milagro (ante Trigueros) con otro fallo de esos que antes nunca le pasaban. Hermoso salvaba en la línea mientras el árbitro le perdonaba la segunda amarilla a Morata: su entrada sobre Iborra había sido más tarjeta que la anterior.

Regresó el Atlético con mejor color del descanso pero la vida siguió igual en La Cerámica. El partido muy abierto, sin centro del campo y ocasiones en ambas áreas. Ante Asenjo, João, otra vez, todas las veces. Ante Oblak, cualquiera del Villarreal. Todos le ganaban la espalda al centro del campo rojiblanco con la facilidad que lo haría un adulto ante un niño. Armaban la pierna Chukwueze, Mario, salivaba Gerard. El aire se llenaba de disparos, pocos a puerta.

Sentó el Cholo a Thomas para que todo siguiera igual. El partido lleno de espacios e intercambio de golpes, roto, loco. Corriendo el Villarreal una y otra vez al área de Oblak con todos los dientes al aire pero sin morder tampoco. Intentándolo el Atlético a la desesperada, ansioso y abrazado a los balones en largo y las ocasiones de João Félix. Lo hacía todo bien el Villarreal, sostenido por la fuerza de Anguissa y la claridad de Pau Torres, pero erraba el último pase. Fallaba Lodi la más clara rojiblanca y Morata y João alargaron tanto una contra que dejó de ser contra. Siguió la ida y vuelta en los últimos minutos y los cuatro de descanso, agarrados ambos entrenadores al oxígeno en los banquillos. Pero el último córner del Villarreal acabó en ningún sitio y el último del Atlético ya no tiene cabeceadores como Godín. Final. Y un punto a cada equipo que ninguna herida cierra.