GRUPO D | JUVENTUS - ATLÉTICO DE MADRID
El nuevo Cuadrado vuelve a amenazar al Atlético
Decisivo en el Metropolitano y vital en Bérgamo, se ha especializado en un nuevo registro de la mano de Sarri y con los consejos de Barzagli.
Una de las condiciones para que el Sarrismo se instale en Turín es que algunos jugadores modifiquen, en parte, algunos detalles de su fútbol o cambien de rol en beneficio de una idea muy definida y poco transigente. En el caso de la Juve, además, eso pasa por cambiarle el chip a futbolistas que vienen de un ciclo ganador y, en algunos casos, con edades que ya superan la treintena. Pero los beneficios se aprecian ya en algunos de ellos. Así, se está viendo el resurgir de un Bonucci que parecía desahuciado después de estrellarse en el Milán y tras unos dubitativos primeros meses de retorno en Turín. Así, con Sarri, se está viendo a un Bonucci más refinado, más cerebral, entregado a una zona pura y que ha mejorado ostensiblemente la efectividad de sus intervenciones, sobre todo a campo abierto. Sarri lo ha modernizado.
Cuadrado, como el central, ya supera también la treintena, pero eso no ha sido excusa para haber cambiado hasta de posición, especializándose como lateral en defensa de cuatro. Porque lateral ya había sido. En realidad vuelve a sus orígenes. El colombiano aterrizó en Italia allá por 2009 como lateral diestro en el Udinese. Pero ya al pasar al Lecce avanzó un poco para jugar igual como lateral, pero en defensa de cinco. Sus aptitudes atacantes y sus carencias defensivas, obligaban a aprovecharlo de esa manera. Su desempeño en Florencia fue muy parecido, pero poco a poco se veía que su instinto le iba llevando más adelante. Así fue en el Chelsea y casi siempre con Allegri en la Juve, aunque ya hace dos temporadas volvió a protagonizar alguna aparición decisiva como lateral diestro, como en aquel Inter-Juve que le dio el Scudetto a la Vecchia Signora.
Con la llegada de Sarri el futuro de Cuadrado parecía estar en entredicho. Es más, la afición bianconera le había perdido su fe. Si Allegri ama a los jugadores comodín, el técnico napolitano adora a los especialistas. Las lesiones y el cambio de estilo le abrieron la puerta a Cuadrado y Sarri insistió en su idea. No lo veía en otro puesto. El manejo y la explosividad del cafetero ayudan para esa salida jugada cuando el equipo contrario presiona alto. Sólo hacía falta afilar sus actitudes defensivas. Y para eso ha sido vital Barzagli. El condecorado miembro de la BBC bianconera ha pasado a ser colaborador del técnico y la sombra de Cuadrado en cada entrenamiento. "Es un valor añadido, me martillea la cabeza", dice el colombiano sobre el exdefensa, pero reconoce su ayuda.
Su participación en ataque, como siempre, está fuera de toda duda. Lo sufrió el Atlético en el Metropolitano, con sus llegadas constantes, su desequilibrio y el gol. Viene de ser decisivo en Bérgamo con su tercera asistencia del ejercicio. Algunos ven en el invento de Sarri aquel que Lippi llevó a cabo con Zambrotta durante su etapa. Asegura siempre una frecuencia alta de incorporaciones, ida y vuelta constante y una maliciosa precisión en los centros. Lo peor, cuando no acierta a cerrar o se equivoca en el balance. Lo cierto es que este nuevo aire le ha sentado de forma magnífica al jugador, que acaba de ampliar su vínculo hasta el 2022. La Juve tuvo problemas para alicatar ese lateral derecho al principio de curso —las lesiones al unísono de Danilo y De Sciglio atemorizaban—, pero Sarri ha sabido hacer de esa necesidad una virtud con un nuevo Cuadrado.