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RACING DE SANTANDER

El vestuario del Racing se niega a caer en el pesimismo

La plantilla cree que solo una victoria cambiará la dinámica. Moi Delgado: "Esto no es cosa del entrenador, es cosa de todos, del míster y de los jugadores".

Racing de Santander, entrenamiento.
NACHO CUBERODIARIO AS

Si alguien piensa que la tensión se corta con un cuchillo en los entrenamientos del Racing, tras un triunfo en 14 partido de Liga, se hubiera quedado muy sorprendido si hubiera presenciado la sesión de ayer. Normalidad absoluta, buen rollo en muchos momentos y la práctica totalidad de los jugadores en perfectas condiciones. Incluso Iván Ania, algo menos expresivo de lo habitual en las dos o tres últimas semanas, parecía ayer haber recuperado el tono que había exhibido desde su llegada a Santander.

Desde el interior del vestuario los mensajes que salen son siempre de unidad y calma. Ayer fue Moi Delgado el que ejerció en sala de prensa de portavoz de sus compañeros: “estamos tranquilos, el equipo está con el míster. No creo que solo sea cosa del entrenador. Es del míster y del equipo, todos y tenemos que sacar esto adelante juntos”.
El lateral andaluz reconoce que los pobres resultados no se pueden achacar únicamente a la mala suerte: “la verdad es que sí, que algo pasa. Pero en ninguno de los partidos hemos bajado los brazos, hemos corrido los 90’, y nos han cogido en jugadas sueltas que hace que parezca que estamos peor de lo que realmente estamos. Yo creo que tenemos equipo para salvar la categoría. Pediría paciencia, pero la verdad que eso ya lo tiene nuestra afición, pero deben comprender que nosotros lo estamos dando todo”.

Respecto al comportamiento del racinguismo, Moi, que está cedido por el Real Valladolid reconoce que “la verdad que nuestra afición es un espectáculo. Me ha sorprendido mucho. Animan, no paran, se quejan poco, viajan a todos lados con nosotros..., la verdad es que nos sentimos muy respaldados”.

De momento, y pese a llevar varias semanas en puestos de descenso, El Sardinero no ha explotado ni contra el entrenador ni contra los futbolistas. Está claro que cuatro años en Segunda B han hecho más paciente al racinguismo.