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REAL MADRID-GALATASARAY

Rodrygo se adelanta al futuro

Hace un hat-trick en su sexto partido con el Madrid y apunta a jugador de época. Benzema pasa a Di Stéfano. Sigue mejorando Hazard. Dos asistencias de Marcelo.

Actualizado a
Rodrygo se adelanta al futuro

De pronto, en un año incierto, han encontrado uranio enriquecido en el Bernabéu: Rodrygo. Presiente el madridismo que ahí hay un jugador de época porque truenos así no suelen ser efímeros y porque se dan pocos casos de jugadores tan horneados con sólo 18 años. Rodrygo iluminó un partido acogedor para el Madrid, en el que Benzema pasó a Di Stéfano (en goles, porque en influencia es imposible), en el que vio la luz Marcelo y en el que Hazard cogió vuelo. Los octavos dan a elegir: ganar al PSG o empatar en Brujas.

El duelo confirmó que Valverde y Rodrygo irán a los Vietnam inmediatos que le aguardan al Madrid justificadamente. Hasta ahora habían sido buenos en la más estricta intimidad de los entrenamientos a puerta cerrada. Desde hace menos de un mes han hecho pública su ventaja sobre Modric, cuyo Balón de Oro parece ya de otro siglo, y sobre Bale, ese lujo que de Gales a Gales y de sóleo a sóleo se entrena con el Madrid, abundantemente en el gimnasio.

Rodrygo Silva de Goes, 18 bien aprovechados años, ha tenido una de esas apariciones casi marianas a las que de tiempo en tiempo rinde culto el Bernabéu. Lo fueron las de Butragueño y Raúl, que llegaron desde el bachillerato cargados de goles y de esperanza, pero no se recuerda otra igual en los últimos 25 años. Rodrygo lleva cinco tantos en seis ratitos, un diluvio en la estación seca de este Madrid, y ofrece una soltura en el área impropia de un adolescente. Su primera diana ante el Galatasaray, en el amanecer del partido, está en el manual de los grandes goleadores: pausa para controlar, paciencia para hacerse espacio y precisión para fusilar. Una ciencia poco común en jugadores de su edad, habitualmente manojos de nervios en esos trances. El segundo fue un cabezazo sorpresa. Esa es otra de sus virtudes, aparecer donde no se le espera. Ambos llegaron en servicios de Marcelo, otra vez lateral bilingüe, al que mereció la pena perdonar las gallinas que salen en defensa por las que entran en ataque. Fue su mejor partido en mucho tiempo, al que llegó por la terquedad de Zidane. Una prueba de fe y una lástima su lesión antes del descanso. El tercero de Rodrygo, a los postres, lo abrochó de remate suave y pícaro, el último detalle de su repertorio de habilidades.

Un rival inexistente

El Galatasaray fue lo que dice de él su estadística: dos victorias europeas en 27 partidos, una maría. Un desastre. Un equipo blandísimo atrás e inexistente en ataque, penalizado además por dos goles rápidos que le comieron pronto la ilusión. Le fue peor aún con la zaga de cuatro que con la de cinco que empleó en Estambul.

El equipo de Terim, técnico que lo ha ganado todo y lo ha perdido todo (con lo que maneja ahora está más cerca de lo segundo), tuvo propiedades curativas para el Madrid. Le devolvió el gol, le permitió a Ramos solazarse con el enésimo penalti a lo Panenka (penalti que le arrancó el VAR a Zwayer por pisotón de Nzonzi a Kroos sobre la línea) y sacó a la superficie a Hazard, que anda en el trayecto de diésel a bólido. El Bernabéu empieza a convencerse de que ahí hay un jugador atómico. Dejó una estampa soberbia de funambulista.

También toleraron los turcos que Benzema pasara a Di Stéfano en la tabla de goleadores madridistas en la competición. Su tanto número 49 fue un regalo de Rodrygo, que robó la pelota y se la puso al francés casi en la línea. El Madrid se fue al descanso con un 4-0 feliz. Y era el mismo equipo que lleva más de dos meses pegando tiros al aire.

Lo de la segunda mitad, con el partido resuelto, fue ya lluvia fina, con minutos para Mendy, Modric e Isco, que a punto estuvo de marcar en su primera intervención y dejó algunos pases interesantes, y descanso para Casemiro, al que convendría meter en una urna de cristal. Aún así, el Madrid repitió una y otra vez, movió al Galatasaray de banda a banda y certificó la paliza con el gol 50 de Benzema en la Copa de Europa con el Madrid y el hat-trick de Rodrygo. Quizá fue una noche para la historia, como la de Butragueño en Cádiz o la de Raúl en Zaragoza.