Al club le pierden las formas: dos casos antes de Valdés
Antes de que el técnico del Juvenil A fuera destituido, los responsables del fútbol base ya habían dado muestras evidentes de falta de tacto en la forma de gestionar las altas y bajas.
A Víctor Valdés lo echaron sin que ningún directivo o ejecutivo de alto rango diese la cara. Fue un empleado de recursos humanos el encargado de comunicarle la decisión de prescindir de sus servicios tras el desencuentro que tuvo con el responsable del fútbol base, Patrick Kluivert, sobre la manera de gestionar el Juvenil A. Al segundo de Víctor, Quim Ramon, también le comunicaron su despido sin la presencia de ningún responsable de alto rango del club.
Lamentablemente, no es la primera vez que se gestiona una salida desde el fútbol base de una forma tan fría y en clara disonancia a los valores que pregona el club. Este mismo verano se produjo una situación esperpéntica cuando la casi totalidad de entrenadores del fútbol base recibieron un sintético y descorazonador mensaje en sus móviles en el que se les informaba que a partir del 30 de junio habían dejado de pertenecer al FC Barcelona al haberse extinguido su contrato. Además lo recibían con un días de retraso, el 1 de julio, y cuando muchos aún no habían cobrado ni tan siquiera la última nómina, que se pagó con retraso.
Algunos de los técnicos afectados fueron a oficinas del club a pedir explicaciones, pero en la entidad se limitaron a señalar que en los próximos días se pondrían en contacto con ellos para comunicarles si les renovaban o no el contrato. Y así fue como el 16 de julio, el responsable de fútbol amateur, Jordi Roura, se vio en el papelón de ir llamando por teléfono uno a uno a los entrenadores para anunciar si seguían o no, con el agravante que a los que no continuaban, les quedaba sólo tres días hábiles para poder pedir el paro, ya que el límite era el viernes 19 de julio.
Pero este no fue el único caso de gestión mejorable dentro del club sino que unos meses antes, a finales de mayo, se produjo una situación desconcertante que tuvo poca repercusión mediática. Guillermo Amor, como uno de los responsables del fútbol base, aprovechó antes del entrenamiento del Juvenil B para bajar al vestuario y comunicar la lista de bajas personalmente a los jugadores afectados. Una situación tan anómala como extraña, sobre todo porque no lo sabían ni los propios agentes ni tampoco los padres de los jugadores así como también porque el anuncio se producía en vísperas de jugar las semifinales de la Copa Catalunya.
Lo que parece evidente es que al club le queda un largo recorrido que recorrer para mejorar y humanizar su trato con los empleados, entrenadores y jugadores del fútbol base.