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COLOMBIA-CHILE

El Rico Pérez fue una fiesta amarilla y roja

Más de 20.000 espectadores se citaron en un estadio alicantino que reunió a seguidores de toda España y Europa. En presencia, ganó la afición cafetera.

Aficionados colombianos en el Rico Pérez, disfrutando del Colombia-Chile.
JAVIER BARBANCHOREUTERS

Alicante fue un hervidero desde primera hora de la mañana y vivió con pasión el Colombia-Chile. Pasado el mediodía, los aledaños del Rico Pérez se convirtieron en una mini Colombia y en un mini Chile, por el ambiente y el colorido. Parecía una gran cita. Las camisetas amarillas golearon, pero el espíritu de La Roja estuvo muy presente. Los aficionados colombianos llegaron desde todos los rincones de España, de las localidades vecinas a Alicante y de las más lejanas. Hubo seguidores aterrizados desde Madrid y Barcelona. Incluso, los más atrevidos desafiaron la distancia y llegaron al Rico Pérez procedentes de varias capitales europeas, como Oslo. Sólo por ver a su selección competir en un amistoso.

El buen ambiente reinó durante toda la jornada. Las aficiones estuvieron mezcladas en las gradas y no hubo ningún incidente. En los prolegómenos, la cumbia amenizó la espera. Cuando rodó el balón, la afición cafetera se hizo notar. Los seguidores colombianos echaron de menos a Falcao y James, aunque estuvieron muy presentes en las camisetas de miles de hinchas.

Una pancarta gigante engalanó la grada sur del Rico Pérez. “Chilenos en Valencia”, se pudo leer sobre un fondo azul y rojo. Los más nostálgicos se enfundaron la camiseta de Salas para rememorar a una vieja gloria. Alexis y Arturo Vidal fueron aclamados. Una representación de chilenos de Barcelona, Mallorca, Madrid, País Vasco y Zaragoza, ubicados en un córner, también se hizo notar.

Pancartas, globos, cánticos y bocinas retumbaron en un Rico Pérez que se tiñó de amarillo más que nunca. “Es muy especial poder ver a nuestra selección tan lejos de casa. Es un orgullo”, coincidieron todos los aficionados que se dieron cita en Alicante.

El himno de Colombia fue interpretado por Osmar Pérez, muy conocido en su país. Tras el pitido inicial, la hinchada enloqueció. La ola amarilla inundó unas gradas que fueron cogiendo colorido hasta alcanzar los 20.000 aficionados. En cada ataque cafetero rugía el Rico Pérez. Lo de menos fue el resultado. La fiesta ya era completa.