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Las Palmas

Crónica de una ruptura más que anunciada

El comunicado de las Peñas evidencia aún más la fractura de Las Palmas con su afición. Las palabras de MÁR en las dos últimas semanas son tomadas como una provocación.

El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”. Así comienza ‘Crónica de una muerte anunciada’, joya de la literatura universal firmada por Gabriel García Márquez. Esta muerte novelada por el genio Gabo desarrolla un desenlace tan conocido como el final de las relaciones entre Miguel Ángel Ramírez y sus funcionarios con una gran parte de la afición de la UD. El duro comunicado que el viernes publicó la Federación de Peñas así lo demuestra.

Gente del propio club piensa que la UD está muriendo de éxito. Ocurre que, tras el ‘Cordobazo’, la siguiente campaña de abonados, 2014/15, se hizo prácticamente sola. “Y pobre del que quiera robarnos la ilusión” era el estado del whatssap de algunos futbolistas de aquella plantilla. Un año después, para celebrar el ascenso, el club decidió ‘premiar’ a quien tanto le ayudó cuando más necesario era. Por ejemplo, el mismo asiento en Sur pasó, en apenas dos meses, pasó de 205 € a 450 €. “El que no pueda pagar, que lo vea por la tele”, dijo Ramírez, mientras algunos empleados hablaban de “no devaluar” un producto que era más caro que ver al Sevilla en Liga y Champions.

Camuflaje. El club quiso camuflar tan desorbitados precios ‘regalando’ esos abonos en temporadas posteriores, discurso que perdió efectividad cuando los afectados comprendieron que ese dinero que se ahorraban ya lo habían pagado con intereses. Pero la devoción por el escudo seguía estando por encima de las personas.

En las tres temporadas en Primera de la última etapa, en ninguno de los partidos jugados en la isla se llenó el EGC. Y como a la primera no se ascendió el club decidió de nuevo ‘regalar’ los abonos, pero el daño ya estaba hecho.

En marzo, el día 30, Ultra Naciente, la peña más significativa del club, emitió un comunicado desvelando varias reuniones con la propia UD para cambiar el errático rumbo social del club. El hartazgo fue a más, y justo un mes después dijo que “ha llegado la hora de un cambio en la máxima dirección del club”. Para el último partido en casa, contra el Almería, convocó una manifestación no secundada por la Federación.

Esta, presidida por César García, le dio registro de entrada en la sede del club el 29 de marzo a un decálogo de medidas que Las Palmas cumplió a medias. Parecía que las aguas volvían a su cauce cuando, en verano, la UD accedió a la petición de peñas y colectivos como Faro Amarillo para la campaña de abonados y la venta de entradas. Pero la estrategia de ganar tiempo la reventó el propio Ramírez estas dos últimas semanas con lo que buena parte del entorno amarillo entiende como una provocación. Entre el famoso politono, su ‘amenaza’ de no dejar el club hasta que se aburra o la insinuación en tono jocoso de que su yerno, Deivid, podría llegar a presidir el club, las propias Peñas se plantaron. Se acabaron el tiempo y la paciencia: “Ganaremos, perderemos, subiremos, bajaremos, pero eso no va a influir en que el ciclo de este presidente y dueño ha acabado, así que juntos lo conseguiremos y esperemos que utilizando sus palabras, se aburra y se vaya cuanto antes del estadio y del club”.