Williams y Muniain se asocian en un San Mamés inexpugnable
El Athletic es líder provisional tras su 17º partido sin perder casa ante un Alavés muy plano y sin capacidad de reacción. Gran partido de Raúl García.
En un paisaje casi desértico en cuanto a fútbol, Williams supo escarbar y sacar petróleo. Su superioridad física con los jugadores del Alavés fue insultante. Forzó un penalti, regaló una asistencia que no supo masticar bien Muniain y tuvo una gran incursión para cerrar el debate (2-0) con la posterior intervención de Ibai y el propio Iker. Éste empezó por la derecha y acabó por la izquierda, pero siempre se vació en defensa. Asier Garitano planteó un partido a 90 minutos, a ir madurando la fruta esperando un fallo ajeno, y no supo cambiar el plan a mitad de trayecto. Su equipo fue plano, conformista, asustadizo ante unos leones que en el segundo tiempo mordieron como saben en casa. De momento, hasta que se pronuncien Sevilla y Madrid, disfrutan del liderato.
Pues si, el derbi fue pastoso en la primera mitad, en la que el que no protestaba era observado con recelo. Y se abrió benditamente en la segunda. El Alavés es un equipo ordenado, pero sin fantasía, casi robótico… hasta hoy parecía una misión de audaces tratar de hacerle dos goles. Y en un pulso de rivalidad regional, ya ni digamos. Se lanzaban todos a los debates con el colegiado hasta por la intensidad del viento que soplaba en cada jugada. Daba la sensación de que sólo un fallo, inesperado, podría abrir algo más cerrado que una biblioteca a las tres de la mañana.
El choque invitaba al bostezo. Unai Simón fue tan espectador bajo el larguero como Toquero en el palco tras el homenaje. El VAR está siendo casi el jugador número 12 en el Athletic, que bendice el momento en el que el videoarbitraje llegó a nuestras casas. Un pase a la media hora de Ibai al corazón del área llevaba como destinatario a Williams, al que le acechaba Duarte. Este le desequilibró con la rodilla justo cuando iba a engatillar el delantero. Los habitantes de la sala VOR no lo acabaron de ver claro y Gil Manzano tuvo que confirmar las sospechas en la pantalla a pie de campo. Raúl García, fantástico partido el suyo, tiró la pena máxima con potencia al palo derecho de Pacheco para abrir paso hacia el triunfo. Inmediatamente el Alavés quiso ofrecer una versión más osada: Vidal dio un paso al frente como delantero y por el otro lado, también corrió metros hacia el frente Rioja. Fue una pose más que otra cosa, un espejismo.
En esa fase el Glorioso se mostró como un equipo sin recursos para la reacción, sin burbujas. Asier Garitano tenía que cambiar algo. Modificó el dibujo. Puso a Lucas, que formó arriba con Joselu, mientras por detrás situó a cuatro: Vidal y Rioja en las bandas, y Wakaso y Manu por dentro. Pero una mutación de piel no tiene por qué dar otra de espíritu. El equipo se puso firme cinco minutos y después se desenganchó cuando los locales metieron una marcha más. Llegó una oleada de ocasiones. En el 64, Williams centró desde un costado, la peinó Raúl García y Muniain, solo, con tiempo para pensar la mejor opción, le dio muy mal con el empeine. Iñaki lanzó luego un zapatazo poste, en una jugada similar a otra del año pasado ante el Sevilla. Culminó su hiperactividad con la jugada que acabó en el 2-0. San Mamés colgó el cartel de 17 partidos sin perder. El equipo gana hasta cuando no enamora. Compite y compite hasta el liderato. Esto marcha.