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ATLÉTICO DE MADRID

Así ha cambiado la Juventus que se medirá con el Atlético

El relevo en el banquillo, Sarri por Allegri, se ha dejado notar a pesar de la enfermedad del nuevo técnico. El Sarrismo bianconero está aún en fase de ajuste, pero evidencia otro estilo.

Cristiano pelea con Milenkovic durante el pasado Fiorentina-Jvuentus.
VINCENZO PINTOAFP

La Juventus es el último verdugo del Atlético en la Champions y menos de 200 días después de aquel choque de Turín de octavos de final ambos vuelven a verse las caras. El triunfante ciclo de Allegri a los mandos de la Vecchia Signora (11 títulos en un lustro) tocó a su fin, principalmente, porque no se levantó la Champions. La Juve se fue a buscar a Sarri, otrora su archienemigo del club piamontés, y ahora todavía anda puliendo un equipo que sigue mereciendo muchísimo respeto, a pesar de que el Atlético le ganó en Estocolmo en agosto y en Florencia no mostró, ni de lejos, la mejor de sus caras. Lo primero es reconocer que es todavía una Juve en pruebas, pero los cambios sobre el césped son evidentes por lo visto durante la pretemporada y en los tres partidos que van de la Serie A. Para empezar, a diferencia de lo que pasaba con el versátil Allegri, Sarri no toca la defensa de cuatro. Así lo ha afirmado él mismo. En pretemporada, como es costumbre en él, ha invertido muchísimo tiempo en trabajar con la línea.

Se marca en zona, nunca más al hombre, pero, principalmente Sarri está transmitiendo el hábito de achicar hacia delante y no la antigua de recular. El cambio es brusco, es la línea que más lo sufre, ajustando las distancias y la inercia anterior. De momento, eso no ha alterado los planes de Sarri, a pesar de que ha recibido goles, tres ya en lo que va de campeonato. A sus equipos siempre les ha costado al principio encontrarse en defensa, de hecho sus zagueros comenzaron sufriendo, pero nadie duda de que con él, por ejemplo, Albiol y Koulibaly se reforzaron mucho. El proceso se aprecia en un De Ligt recién llegado que, precisamente, contra el Nápoles cometió errores y en Florencia volvió a parecer algo desconcertado. También le había pasado contra el Atlético. En el cuerpo técnico no preocupa, lo consideran parte de la adaptación que tiene que cumplir para asimilar los rigores del Sarrismo. El estrés con el que juegan su defensa y su portero son característicos. Sczcesny, por ejemplo, lo evidenció durante el último fin de semana.

Pero igualmente antes, en aquel partido contra el Nápoles, incluso con el técnico en casa aquejado de pulmonía, se pudo ver durante una hora a una Juventus poderosa, con el clásico ritmo alto que propone su entrenador. Conexiones rápidas y ocasiones. Hicieron tres goles, pero pudieron ser, en ese tiempo varios más. Sobre la pizarra la Juventus parte de un 4-3-3, pero en realidad se queda en un 4-4-2 con Cristiano e Higuaín en ataque. A Sarri no le ha dolido en prenda reconocer que su objertivo es ajustar y organizar a diez jugadores para potenciar a Cristiano. El portugués calibró el punto de mira en Parma. No marcó, pero rondó el gol hasta en siete ocasiones (incluido un gol anulado por el VAR) y se le observa sintonía con Higuaín que parecía fuera, pero que le ganó la partida a Mandzukic, antaño tótem de Allegri pero ahora excluido de la lista de la Champions, al igual que Emre Can. La ausencia del centrocampista germano-turco, por ejemplo, es otra variante. Para Allegri fue una pieza básica en la remontada de Turín, sorprendió a Simeone incrustándolo entre los centrales para ayudar a salvar la presión rojiblanca. Sarri apuesta por un pressing ofensivo sin pausa, a pesar de que la condición física no sea todavía la óptima, a diferencia de un Allegri que entendía el partido por ciclos, en los que el equipo se paraba más alto o más bajo, según conviniera. Con Sarri se ejecuta un juego de precisión mecanizada durante 70 metros para dejar total libertad a sus figuras en los últimos 30, pero siempre sometiendo al rival con la posesión de la pelota. Ni que decir tiene que en el Artemio Franchi la Juve estuvo lejos de todo ello, sobre todo por la falta de velocidad y la poca intensidad. Pero escuchar la sintonía de la Champions podría espabilar rápidamente a un equipo cuyo campeonato doméstico no es ya el gran reto. Habrá que ver si Pjanic puede o no jugar en el Metropolitano. Lo mismo pasa con un Douglas Costa que con Sarri había recuperado protagonismo y verticalidad.

El mercado no cambia con Paratici al mando.

Un detalle a tener en cuenta y que se aprecia poco es cómo se ha movido el club piamontés en el mercado para potenciar, no solamente el once inicial, sino para tener dos auténticos equipos de garantías en una sola plantilla. Y lo ha hecho apostando por talentos con capacidad de crecimiento todavía con jóvenes como Demiral, De Ligt y Rabiot. El francés fue protagonista de uno de los ya típicos golpes a parámetro cero de la Vecchia Signora, al igual que un Ramsey que todavía no ha jugado porque llegó tocado del Arsenal. Se marchó Marotta y quedó Paratici como hombre de mercado, pero la Juve trabaja sobre la misma línea: esos fichajes a coste cero y de cuatro a cinco jugadores nuevos por campaña.

Superada su enfermedad, Sarri, por fin, se sentó ya en el banquillo en Florencia, algo que también debería notarse, siendo el napolitano uno de esos entrenadores que se dejan notar desde la zona técnica. Esta potencialidad de la Juve habrá que pasarla a través del filtro colchonero, una de las mayores pruebas con las que se puede encontrar en el fútbol europeo a día de hoy.