El segundo plano de Arturo Vidal
El chileno, que llegó al Barça como un vendaval de declaraciones y con un punto de ambición que le llevó a cometer errores, se mantiene discreto mientras el club deja caer que sigue estando en la rampa de salida.
Arturo Vidal ha dejado de hacer ruido. Aquellas rimbombantes declaraciones en su presentación el verano pasado ("quiero tres Campions en tres años") y sus explosivas apariciones en las redes sociales cuando empezó la temporada (especialmente tras el partido contra el Tottenham en Wembley del 2-4) para quejarse enérgicamente de su falta de minutos y titularidades son un recuerdo lejano.
Pese a saberse transferible, Vidal ha escogido un perfil bajo esta temporada. Semifinalista de la Copa América como Messi, con quien se vio en el polémicotercer y cuarto puesto de la doble expulsión de Lionel y Medel, se incorporó tarde al trabajo este verano pero ya estuvo en Estados Unidos y jugó sus primeros minutos en el Michigan Stadium contra el Nápoles. En la primera jornada no tuvo minutos y nada hace sospechar que vaya a jugar de salida ante el Betis.
Sin embargo, Vidal está tranquilo. Sus únicas apariciones en redes sociales tienen que ver con fotos felices en los entrenamientos y ha desaparecido ese vendaval impulsivo y ambicioso de la temporada pasada en la que llegó para comerse el mundo y terminó siendo titular y aplaudido por la grada, que empezó a cambiar su opinión sobre él después de hacer el quinto gol de la manita en LaLiga al Madrid.
Vidal es uno de los afectados por el overbooking en el centro del campo, extremado por la decisión de Valverde de subir a Sergi Roberto. Pese a no haberlo anunciado oficialmente, el Barça mantiene a dos centrocampistas en la rampa de salida. El primero es Ivan Rakitic, que empezó sorprendentemente la temporada como suplente y es uno de los pocos activos del club para ingresar dinero. El otro es Vidal. En este caso, lo que descargaría el chileno es una ficha alta. Pero Vidal no se quiere marchar del club y tampoco al Barça han llegado ofertas para el jugador, que está bien en la ciudad y se siente cómodo en el vestuario. Una vez adaptado y con un sitio hecho en el vestuario, no va a mover un dedo camino de los 33 años si no hay una propuesta que sea lo realmente atractiva para moverse de una ciudad plácida como Barcelona. Tal vez ese bienestar es el que haya atemperado su carácter. Es el nuevo Vidal de perfil bajo que ve el fútbol desde el segundo plano.