El Athletic fue una roca en la bronca de Perugia
Expulsión por roja directa de Yuri, un rosario de amarillas, dos penaltis (uno inventado que privó a los leones del triunfo), un patatal, riña final... el amistoso más importante del verano tuvo de todo.
El penúltimo amistoso de la pretemporada fue el compromiso más duro del verano. Un encuentro bronco sobre un patatal, en el que el Athletic se agarró a un manual de supervivencia durante media hora por expulsión de Yuri. Tarjetas, un penalti inventado, peleas... no faltó de nada. Cuando un equipo saca todas sus naves en un escenario de cierto renombre (aunque en la playa de Neguri hay más condiciones para jugar al fútbol que en el patatal de Perugia) y ante un equipo con la historia y el presente del Roma suele decirse que está ante fuego real. Y eso fue el amistoso de ayer: Y eso fue el amistoso de ayer: un bolo veraniego con la piel de un compromiso en el que los puntos ya valían, con mucho calor y el típico parón para hidratarse. Así hay que interpretar las mil faltas que hubo, que cortaron el ritmo, la roja a Yuri por entradón absurdo a Defrel (bueno, esto es inexplicable), el rosario de amarillas, los piques y hasta un penalti de risa absoluta que privó de la victoria a los leones. Estos estaban desquiciados con Zaniolo, que lanzó un disparo que le dio en la mano y el árbitró apreció que posteriormente le rozó en el codo a Yeray. Un error gigantesco para acabar con esperpento un partido muy serio de los rojiblancos, a los que la torpeza de Yuri hasta les vino bien para sacar ese alma de héroes. Con diez controlaron la situación como si tal cosa, sin temblar las piernas.
Antes de esa acción, la que deja al colegiado Fabio Maresca y su auxiliar por los suelos, hubo mil relatos. El Athletic sigue evolucionando en la idea de tener más control del juego. Unai López se ha hecho definitivamente con un puesto en la medular e Iñigo Martínez tuvo otra ración de 90 minutos, como en Santander. Garitano va con todo. Sólo falta por saber si seguirá con Unai Simón entre los elegidos para su alineación.
La presión fue asfiixiante, impropia en un equipo tan cargado en lo físico. Obligaba al Roma a que sus mediocentros bajaran a la altura de los centrales a sacar el juego. La línea de ataque era un rayo y atrás Yeray e Iñigo siguen imperiales. Williams y Muniain, la eterna conexión, se juntaron para el 0-1. Luego Kolarov marcó un golazo de falta y llegaron los penaltis, el visitante tras gran robo (el enésimo de Dani García), que tiró a puerta y dio en la mano de Manicini. Ese sí que era y lo ejecutó Raúl como un maestro.
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