De penalti, y gracias
El Atleti sólo pudo con las Chivas en la tanda final, con un gran Adán. La roja a Llorente en el 24’, marcó el partido... y a los rojiblancos, hasta ese momento muy superiores.
Mientras ustedes dormían, el Atlético estrenaba su nueva piel en la International Champions Cup (ICC). De negro, con la camiseta que será la segunda en la temporada que vendrá, saltó ante las Chivas de Guadalajara, de rojiblanco, sin Joao Félix, ni en el banquillo, pero con Vitolo, que lleva las tres semanas de pretemporada pidiendo una oportunidad. Ante las Chivas volvió a ser aquel del Sevilla. Cada vez que tenía el balón se encendían los neones, algo siempre parecía que iba a pasar. Por sus centros, internadas, por el dúo que formaba con Lemar, ambos por dentro.
Con la línea de cinco atrás que le dio a las Chivas sus mejores minutos ante el Benfica, salió el equipo mexicano valiente y con ganas de jugar, tratando de sacar la pelota desde atrás ante ese 4-4-2 fijo del Cholo. Tardó veinte minutos en instalarse en el área de Gudiño, que pronto se convirtió en el mexicano del partido con sus paradas. Primero a Lemar, tres minutos después a Morata, ambas soberbias.
Rondaba el Atleti apoyado en los centros de Trippier desde la derecha, el toque de Hermoso para romper líneas desde atrás y un Llorente que buscaba siempre la verticalidad... Pero fue después de una ocasión de Saúl, tercera rojiblanca en cuatro minutos, cuando el propio Llorente estallaba en mil pedazos cualquier plan del Cholo.
Vega le hizo la foto en una jugada. Falló el rojiblanco en un control, último hombre, pérdida tonta, y el mexicano le robó cartera y balón para salir corriendo hacia Oblak. Marcos trató de evitar el mano a mano colgándose de su camiseta, error infantil, y derribándole. Roja y a la ducha. El Atleti se quedaba con diez en el 24’. Todo lo anterior se había terminado. Y así quedó al descubierto lo que no en el Atleti en la tarde de Dallas, madrugada en Madrid. Porque no era Costa, más a la gresca que al balón. Y no era Lodi, un mero deambular por el campo. Y no era el equipo con dos delanteros, faltaba tino y ritmo. Y Vitolo y Lemar ya no podían ser los mismos del principio, a turnos junto a Saúl. Hasta el descanso no pasó mucho más que el acecho, tibio, de Villalpando en el área de Oblak. Mientras Tomás Boy, que contaba sus últimos seis partidos en derrotas, quince goles en contra, miraba satisfecho el césped y el marcador en su 0-0.
Otro Atleti, providencial Adán
El descanso trajo otro Atleti: los diez hombres nuevos y un 4-4-1, con Correa solo arriba. Tardó Boy en mover su equipo y, cuando lo hizo, cambiar tres hombres y jugar 4-4-2, Correa devolvió al duelo la igualdad: sólo tuvo que bailar ante Villanueva para sacarle la roja, segunda amarilla. Agarrón y a la ducha. Baldomero es al arbitraje lo que el Cholo a los banquillos: amistosos ni en verano.
Volvió a sacar la manopla Gudiño ante Koke, que jugó 24’ y después dejó su sitio a Saponjic y su brazalete a Moya. Igualado ya en número, el Atleti tenía control y pelota pero el mal de siempre: la falta de gol. Eso no lo cambia Dallas ni jugar en un campo de béisbol ni la nueva piel. Correa ponía un plus pero se desvanecía en sus regates. Como las Chivas cerca de Adán. Y las piernas pesaban, San Rafael, y el jet lag también, y el partido se fue a los penaltis. Sólo ahí este Atleti del Cholo encontró la red y la victoria con un Adán decisivo (4-5). Ustedes seguían durmiendo.