Navata, origen de sueños
El Espanyol de Gallego nació el cuartel general donde, justo una década atrás, se fraguó el mayor milagro jamás visto en LaLiga.
De diez espera David Gallego que sea la temporada del Espanyol, que durante diez días ha preparado su retorno a Europa en el mismo cuartel general en el que justo diez años antes se fraguó el mayor milagro jamás visto en la historia de LaLiga: el hotel Torremirona de Navata.
Entonces, aquel punto neurálgico del Empordà, rodeado del verde de los campos de golf, supuso un antes y un después casi podría decirse que en la historia del Espanyol. Fue una estadía de emergencia, cuando quedaban diez jornadas para el final de Liga y los pericos se encontraban a ocho puntos de la permanencia, una diferencia jamás recortada.
Tal era la dificultad de la empresa que se recurrió incluso a medidas poco científicas. Mauricio Pochettino, por ejemplo, subió caminando a Montserrat para rezarle a la Moreneta por la salvación. Y Dani Sánchez Llibre prometió que, en caso de seguir en Primera, también iría a pie desde el Estadi Olímpic de Montjuïc hasta Cornellà-El Prat, que debía inaugurarse el siguiente verano.
Fueron 96 las horas de convivencia en Navata, a finales del mes de marzo, las que sirvieron para gestar aquella misión casi imposible que parecía todavía más inalcanzable cuando Iván de la Peña se lesionó (una entorsis) y tuvo que trasladarse de nuevo a Barcelona para someterse a pruebas médicas. A la postre, sería el autor de aquella premonitoria frase "no estoy loco, nos vamos a salvar" y también de uno de los goles con los que, ante el Deportivo, se inició la remontada del Espanyol en las diez últimas jornadas.
De vuelta a Navata, también Luis García lanzó una de sus célebres proclamas: "Ojalá nos den por muertos, porque cuando das por muerto al león te muerde y te gana la batalla". Otro de los líderes, Iván Alonso, sentenciaba en AS: "Con esta plantilla no se puede bajar a Segunda".
Fueron seis las sesiones de trabajo a las que se sometió la plantilla, con mucho ejercicio físico, sobre todo matinal, en los campos de golf. Y fútbol en el campo de Navata, ya que el hotel aún no disponía de uno propio del que sí ha podido disfrutar ahora el conjunto de Gallego. "Esperamos estar a la altura de la afición. Si este club es rico en algo es en el valor de sus socios", aseguró Pochettino. Lo que pasó después ya es historia. De Navata a los sueños.