El viejo Costa de siempre
El de Lagarto está cumpliendo con aquello que deseó Simeone en marzo: con hambre en San Rafael. Y eso que está más delgado que nunca. Ejerce, además, de cicerone y profesor.
Lo que Simeone deseaba en marzo es realidad en julio. Sí. El viejo Costa de siempre ha llegado con hambre a Los Ángeles de San Rafael. Y eso que está más delgado que nunca. Afinado y con ganas de jugar a rabiar. Desde que regresó al Atlético, en septiembre de 2017, no había pasado por aquí. Por la estadía de dos semanas en Segovia en la que, en 2012, enamoró para siempre a Simeone. Regresaba el de Lagarto de su cesión en Vallecas apuntando ya a todo lo que sería, estallando los planes del Cholo, que entonces lo consideraba un descarte. Hasta que lo vio entrenarse. Con ganas, con goles, con el mismo hambre que ahora. Costa se quedó. Lo que pasó está en la historia. La Liga de 2014 con el gol de Godín, y sus 28 goles (36 en total). Hoy, ya sin Griezmann, y encantado con Morata, Costa es su extensión en la hierba. Y cómo tal ejerce.
Si hay un futbolista pendiente de Joao Félix, la estrella del Atleti que viene, ese es Costa. Por el idioma, por lo que significa el portugués, el fichaje más caro de la historia rojiblanca (127 millones de euros). Los ejercicios suelen hacerlos juntos. Costa le explica, Costa le corrige, Costa le enseña. Nadie como él se conoce el camino. Pero no es el único del que está pendiente. Este año en San Rafael, Costa habla más portugués que nunca. Este año en San Rafael Simeone necesita de su ayuda más que nunca: faltan Gabi, Godín, Juanfran, hay seis fichajes, todos llamados a sumar desde el principio, sin tiempo para esa mili particular que con sus incorporaciones el Cholo siempre le gusta. Del viejo Atleti, del viejo de verdad, aquel que Simeone se encontró cuando llegó en 2012, solo queda Koke y hispano brasileño, que llegó meses más tarde. A falta de que se resuelva el futuro de Filipe, si regresa para ser maestro del nuevo lateral izquierdo rojiblanco (la historia reciente dice, de hecho, que no podría tener uno mejor), Costa ejerce. Cuando no está con Joao, es a Lodi al que tiene al lado. También por el idioma y porque es un futbolista superlativo al que sólo le falta un detalle: interiorizar los mecanismo defensivos rojiblancos. En ello está el cuerpo técnico. Y Costa, que también corrige.
Asado con Savic, Vitolo, Felipe...
Auténtico como nadie, su forma de ser es de la que cohesionan vestuarios. A su alrededor siempre está la broma, su espontaneidad hace que sea imposible no quererle. Perseguido por los ojos de la afición. "Mira cómo ha venido, qué fino". "Qué bien está". Eso susurran al otro lado de la verja cuando el Atleti está entrenando. Es su 'bestia' particular. Y la adoran. Y en el fin de semana de descanso en los catorce días de San Rafael ejerció de capitán sin brazalete e invitó a varios de sus compañeros a comer un asado. Estaba Savic, Vitolo, estaba Felipe, central brasileño del que, entrenamiento tras entrenamiento, Costa también está muy pendiente. Idioma, correcciones, ejercicios. El viejo Costa de siempre pero con una lección aprendida que lo hace mucho mejor: este Costa ya no llega pasado de peso a las pretemporadas. Y cómo se entiende con Morata en todas las pruebas que el Cholo está haciendo en San Rafael. Ojo, ojo.